“Hoy es un gran día”, dice Carolina con voz ahogada. “Hoy vamos a mostrarle a las personas de los otros comedores lo que hemos aprendido a hacer en los últimos meses”, continua mientras saca de una bolsa negra mandalas de hilos de colores
que va poniendo sobre una mesa. A su alrededor grupos de personas inician trabajos similares en otras 18 mesas con artesanías, alimentos y fotografías. Se preparan para el foro-feria donde presentarán las experiencias de transformación social desarrolladas en los 19 comedores de la localidad Rafael Uribe Uribe.
Carolina García tiene 24 años, dos hijos, es cabeza de hogar y hace parte del comedor resurrección. Llegó al comedor porque en la panadería donde hacía medio turno no la contrataron más. “Sin trabajo no tenía ni para una aguadepanela para mis hijos. Sufría, eso me dijo una de las profes que me ayudaron con el papeleo, de una emergencia alimentaria que se necesitaba solucionar. Es que las profes hablan con palabras bonitas (SIC)” Emergencia alimentaria, dos palabras que reflejan una realidad que de bonita no tiene nada, se aplica para grupos familiares que por razones, en su mayoría económicas, no tienen acceso a un mínimo vital alimentario.
“En el comedor llevo cuatros meses, tiempo en el que no nos ha faltado un plato de comida, eso es una ayuda impagable, pero más importante que eso han sido los talleres ofrecidos. Y digo que son más importantes porque con ellos tenemos la oportunidad de aprender oficios que nos pueden permitir salir de esta emergencia alimentaria en la que estamos. Por ejemplo yo ahorita he empezado a vender los mandalas en algunas tiendas del norte de la ciudad y con eso ya estoy teniendo una entrada económica para garantizar la comida de mi hogar”, afirma Carolina.
Sonia Rincón, subdirectora local de la Secretaría de Integración Social, comenta: “Los comedores comunitarios son centros de referenciación y desarrollo de capacidades, en ellos no solo se da un plato de comida, en ellos identificamos las condiciones sociales, económicas y culturales de las personas y con ello desarrollamos las capacidades de cada cual”.
Así, los Centros de Referenciación y Desarrollo de Capacidades –Comedores Comunitarios- son espacios en los que el asistencialismo no tiene cabida. Un ejemplo es este foro-feria donde participantes de los 19 Centros que tiene la localidad presentan los trabajos en artesanías, alimentos y fotografía. “En esta labor de garantía de derechos a las poblaciones vulnerables -4567 personas participan de los servicios de los Centros de Referenciación y Desarrollo de Capacidades- trabajamos de forma articulada gestores sociales, referentes del proyecto e impulsores sociales, es un trabajo unido entre lo público y lo privado en pro de un objetivo: vencer la pobreza extrema en la ciudad”, manifestó Rincón.
Oficina Asesora de Comunicaciones
Secretaría Distrital de Integración Social