Bogotá, junio 12 de 2017. Entrar al jardín ‘La Inmaculada’ es ingresar a un cuento de princesas, castillos, bosques encantados, animales fantásticos y lugares distantes, pero en material reciclado. Las historias deberían comenzar con “era una vez un rollo de cable de acero, que fue convertido en mesa de centro para juegos de niños”.

Existe este lugar en el barrio 12 de Octubre, en Barrios Unidos. Un sitio que aviva los recuerdos de infancia. Un espacio en el que por arte de magia nos adentramos en las páginas de un cuento, en el que los niños aprenden las vocales, números, colores, cantan, pintan, saltan, juegan y ríen pero sobre todo construyen de la mano de sus maestras y padres un mundo mejor, un mundo amigable con el medio ambiente.

Este jardín hace más de 3 años, y por iniciativa de algunas maestras, se han dado a la tarea de reciclar y de transformar todo lo “inservible” en elementos útiles, coloridos y muy decorativos que hacen parte del mobiliario infantil.

Lo primero que hicieron fue la recolección de todo aquello que vecinos, empresas y comercio circundantes al jardín, desechaban como basura con la idea inicial de mejorar el entorno, haciendo un poco más agradable, menos sucias y contaminadas las zonas cercanas. Fue así como tubos, guacales, maderas, estibas, botellas, llantas y carretes se clasificaron, seleccionando cuales podrían ser reutilizados y transformados, Entonces la creatividad llegó y con pinturas, serrucho y pegante que ellas mismas fabricaban, aparecieron sillas, butacas, mesas, ventanas, jirafas y hasta árboles.

 

 

Aquella iniciativa tomó fuerza. Ya no era suficiente reciclar. Se requería de un espacio verde, en el que se pudiera cultivar aportando naturaleza al lugar y así la huerta sostenible empezó a construirse con elementos reciclados. Y se sembraron acelgas, repollos, lechugas, alverjas, fríjoles, también papas, rábanos, zanahorias y cebollas. Al cuidado de la huerta y por deseo propio se sumaron los padres y madres de niños y niñas, quienes hoy en día son los responsables de regarla y cultivarla.

Una experiencia pedagógica que enseña la corresponsabilidad que le apuesta a la transformación del entorno, que educa a niños y niñas en la protección del medio ambiente que concientiza a los padres y madres de la importancia del reciclaje. Ya no sólo los niños van al jardín ‘La Inmaculada’. También asisten los adultos, vecinos, padres y madres con conciencia ecológica quienes participan de talleres y de actividades de tipo cultural.