Bogotá, septiembre 25 de 2017. Sobre las 7:30 de la mañana Paola Matallana llega a las instalaciones del jardín infantil María Goretti, en la localidad de Barrios Unidos. Carga entre sus brazos a su hija Tiffany, de 4 años. La abraza de tal manera que sus cuerpos forman una especie de coraza. Atraviesa el hall principal, llega al patio y cruza un pequeño camino, luego asciende por las escaleras; mientras hace el recorrido mima, juega dulcemente y le expresa a su bebe cuánto la ama. Al llegar al salón la nostalgia que ya es cotidiana la abruma ya que debe regresar a su casa a trabajar, pero es evidente en su rostro el gesto de una sonrisa esperanzadora al ver como su niña es abrazada por un grupo de amiguitos de prejardín, quienes le dan la bienvenida.

Paola tiene 28 años, es madre soltera, trabaja como satélite desde su casa decorando estuches y empacando chocolates a gusto de los clientes. Acomoda delicadamente dulces o bombones en las cajas, diseña moños y pega ‘stickers’. Vive con su mamá y su abuelo materno, quienes la han apoyado siempre y muy especialmente cuando a los 6 meses de embarazo, Paola se enteró que su bebe no estaba bien. Venía sin pies. Una ecografía 3D pagada por el entonces compañero y padre de Tiffany reveló que también las manitas no se habían formado. Recuerda con tanta precisión esos momentos en el que todo se turbó, se oscureció. Paola llora, su voz se quiebra, dice que lo primero que pensó fue seguir adelante con su hija, “me diera el agua donde me diera”, exclamó en aquel entonces y en el ahora, tanto ama a su hija que nunca ha desfallecido, inclusive cuando las fuerzas se han diezmado.

Tiffany nació el 30 de julio de 2013 con agenesia de miembros –malformación congénita-, según dictamen médico, y desde entonces el camino recorrido por Paola no ha sido fácil. Los temores al rechazo, a la discriminación y a las miradas imprudentes de los otros fue el primer escollo al que debió enfrentarse, durante los primeros meses de su hija. Paola recuerda que al momento de salir a la calle envolvía en cobijas a Tiffany de tal manera que no la miraran. Una necesidad de protección apenas natural y que muy seguramente todas las madres en igual condición que Paola han practicado.

Hoy Paola logró superar esos temores gracias a las terapias sicológicas que recibió cuando Tiffany tenía 3 meses y al apoyo de las profesionales en educación especial del jardín infantil ‘María Goretti’, de la Localidad de Barrios Unidos U., donde estudia la niña.
Todo ha resultado más fácil de lo que Paola imaginó y lo fue desde el momento en el que se acercó a solicitar un cupo en el jardín ‘Barquito de Cascanuez’. El miedo a que no le recibieran a la niña, que le negaran el cupo por su discapacidad, se disipó cuando la entonces coordinadora del jardín le explicó que en cualquier jardín de la Secretaría Social le recibirían a la niña.

Casi 3 años han transcurrido desde esa vez. Tiempo en el que Tiffany se ha beneficiado de la estrategia ‘EntrePares’, la misma que se viene implementando en el Distrito desde el 2009 y que busca la participación con equidad de niños y niñas con discapacidad y alteraciones en el desarrollo y que trabaja de manera articulada con los niños, padres, educadores y demás apoyos profesionales que los niños necesiten.

La educadora especial, Sandra Naranjo’ trabajó con Paola para lo cual generó en ella la seguridad y tranquilidad que percibían los niños y niñas, compañeros de Tiffany. Vio como compartían con la niña sin rechazarla, gracias también a la independencia de su hija, la misma que Paola siempre le ha inculcado y motivado en tareas tan aparentemente simples como alimentarse o ir al baño.
“Lo más difícil de todo el proceso ha sido soltarla, verla caminar sobre sus rodillas, ya que solo hasta el mes de febrero de este año y gracias al interés y generosidad de un señor que fabrica prótesis con material reciclado, Tiffany contó con sus primeras prótesis, las mismas que fueron reemplazadas tres meses después por un segundo par”, asegura Paola, quien agrega que la niña la ha sorprendido ya que solicita la deje caminar sola. Es consciente que las terapias que recibe su hija, en la EPS, le ayudan mucho.

Actualmente en los jardines infantiles de la subdirección local de Barrios Unidos hay 25 niños y niñas con discapacidad y alteraciones en el desarrollo, quienes al igual que Tiffany hacen parte de ‘EntrePares’. Para su atención los educadores analizan cinco dimensiones: cognitiva, comunicativa, personal, social y artística dependiendo de las etapas del desarrollo. Si las profesionales encuentran dificultades en dos dimensiones entra a jugar la estrategia que consta de 3 ejes: el primero el reconocimiento del niño o niña, el segundo la participación con equidad en la que se trabajan con la familia y con el docente y en el que las educadoras especiales realizan unos ajustes razonables que la docente implementa en el grupo de niños. El tercer eje es el acompañamiento una vez los niños salen del jardín e ingresen a alguna institución educativa, preferiblemente distrital y que implemente la inclusión. Este acompañamiento se realiza durante un el primer año que el niño o niña está en el colegio.

Barrios Unidos cuenta con varias instituciones que desarrollan la educación con inclusión como el colegio Francisco Primero, el Domingo Faustino Sarmiento y el República de Panamá. Tiffany el próximo año y según lo manifiesta Paola, quiere ingresar al colegio donde están sus primitas. Su limitación no es impedimento para que ella pueda estudiar y realizar sus sueños. Paola se siente más que agradecida bendecida por el amor y el apoyo que ella y su hija han recibido en el jardín infantil ‘María Goretti’ y entiende muy a su manera que la estrategia le apunta a que las futuras generaciones, niños y niñas que hoy estudian con su hija, no discriminarán, ni rechazarán porque se educaron como iguales.

Tiffany baila, canta, cuenta del uno al cinco en inglés, identifica los colores y le cuenta a su mamá lo que hace en el jardín. Paola está convencida que toca “echar pa’lante” con su hija y le dice a las madres con hijos con discapacidad que nunca escondan a sus hijos, que venzan el miedo al rechazo y que le aporten a una sociedad más incluyente y sin discriminación.