Con su destreza para el baile, Valentina demuestra que el Síndrome de Down no es una condición

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 Foto de valentina

 
Un 9 de febrero del año 2000 cuando el reloj marcó las 7:30 a.m., se escuchó en uno de los pasillos de la clínica SaludCoop de Bogotá el llanto de una niña que acababa de nacer,se trataba de Valentina Quiroga Murcia.

La bebé tan esperada por Nancy Murcia, su madre, nació con Síndrome de Down en nivel 2. Esta noticia que recibió del médico impactó a Nancy, quien en medio de la confusión reaccionó con rechazo hacia Valentina.

Para ella era claro que Valentina no iba a ser una niña igual a sus otros tres hijos. Horas después de la noticia, lo primero que le asalta a Nancy son cuestionamientos acerca de qué había hecho mal, para que su hija naciera con discapacidad.

La depresión invadió a Nancy, aún más, cuando escuchó las explicaciones médicas que trataba de entender y asimilar: “En el desarrollo de la niña hubo un accidente cromo somático, el cual le produjo una leve discapacidad intelectual”. Todas estas palabras eran extrañas para ella.

Sin embargo, en la medida que le dieron más explicaciones escuchó decir que la niña iba a poder caminar, hablar y hacerse entender, cualidades que en otros casos graves del Síndrome no sucede.

Nancy, tuvo muchos altibajos de ánimo, porque mientras algunos le daban información alentadora, otro médico le dijo que Valentina no tendría una vida sanaporque había nacido mongólica y retrasada mental.

La dureza de esas palabras, generaron mucha confusión en Nancy hasta llevarla al extremo de sentir que quería cambiar a su hija o tirarse por la ventana, para no tener que afrontar esa realidad.

Mientras todo esto ocurría, el padre de Valentina esperaba ansioso de tenerla en sus brazos. Pedro Quiroga, ingresa a la sala de recién nacidos para conocer su niña, quien estaba en unaincubadora con cinta en los ojos, cables sobre su cuerpo y pequeños tubos que salían de su boca.Impactado al verla, sale del hospital corriendo,cruzaavenidas y calles sin ninguna precaución. Esta fue la reacción de Pedro, quien no entendía por qué su hija estaba en ese estado.

Desde ese 9 de febrero, la vida de la familia Quiroga Murcia cambió para siempre. Fue un proceso que duró bastante tiempo para entender y esclarecer la situación de la niña, pero con la ayuda psicológica, asistencia a talleres, charlas y los seminarios,lograron aceptar la discapacidad de Valentina. Se dieron cuenta que su hija no era como la describió aquel doctor.

Cuando comprenden lo que estaba pasando en sus vidas, decidieron apoyar el proceso y desarrollo de Valentina. Pese al miedo que sentía Nancy de que su niña fuera rechazada por otros niños, decidió con Pedro vincularla a un jardín infantil de la Secretaría Social.

Sus inicios en espacios de aprendizaje los realizó al lado de niños que no tenían discapacidad. Es más, Valentina fue acogida por sus compañeros del jardín y el apoyo de ellos le ayudó a culminar su etapa de educación inicial.

A partir de los 7 años de edad, Valentina empezó a ser parte del Centro Crecer de la localidad de Los Mártires. Con la ayuda del equipo de profesionales,la niña empezó a desarrollar habilidades y capacidades rítmicas para el baile y modelaje; por esta razón, fue posible integrarla a clases de danzas, teatro y porras.

Hoy, Valentina tiene 18 años, es instructora de Rumba y Zumbaen los centros Crecer Mártires yDía mi Refugio, tiene a su cargo clases grupales con mujeres y en escuelas. Es el orgullo de sus padres y la adoración de sus tres hermanos.

Valentina guarda la ilusión de trabajar en entidades distritales, para seguir demostrando su potencial y dar una luz de esperanza a otras personas con discapacidad, que con seguridad también tienen habilidades que pueden desarrollar.
 

 
 
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