Este joven hace parte de una familia que vivió debajo de un puente en esta ciudad fría, en donde los valores humanos se desdibujan cada día, no sería nada especial para mostrar
, porque hoy no hay interés en la cotidianidad de los que se dan puño con el hambre para salir de situaciones extremas. ¿A quién le interesan las estadísticas de un número menos u otro de más? A casi nadie.
Aquellos y sólo aquellos que no han tenido nada para llevarse a la boca, saben lo que es pasar por la pobreza extrema. Hoy unidos como familia, con una historia por contar y con un cambio de vida la familia Ortega Martínez se siente afortunada con los servicios que recibe de la SDIS. Como dice uno de sus hijos, José Daniel: “somos el ejemplo de lo que es una familia en la calle”.
Una familia unida que lucha por la vida
José Daniel espera en el comedor la hora del almuerzo, es alto delgado, con problemas de visión porque tiene los lacrimales obstruidos; sentado estira las piernas y empieza a contar su historia mientras espera la tarjeta “Tu llave” que se le entregará por parte de la SDIS en el comedor Perdomo de la localidad de Ciudad Bolívar. Evoca con agudeza e inteligencia cada paso de la vida de su familia, que a pesar de la pobreza nunca se separó, que contra viento y marea han desafiado todos los peligros y juntos siguen el transcurrir de la vida sin lamentaciones, con una fortaleza alentadora para todos sus integrantes.
Con mucho orgullo José Daniel cuenta cómo nació y creció en la Calle del Cartucho, consumió vicio y recuerda con nitidez los comentarios más sorprendentes sobre su nacimiento debajo de un puente, en condiciones precarias, a tal punto que su cordón umbilical fue amarrado con otro cordón, -de lo único que se conservaba en buen estado, los zapatos gastados que llevaba puestos su padre-.
“El vicio no respeta nada”
“Estando en la Calle del Cartucho fui testigo de muchos personas que se perdieron en el vicio, arquitectos, ingenieros, profesores, policías porque el vicio no respeta nada. Yo me salvé pues empecé a asistir a los programas del IDIPRON, no quise estar interno pero recibí toda la atención que necesitaba para salir del consumo de drogas. Me arrepiento de no haber aprovechado el tiempo pues hoy no se leer ni escribir, porque fui a calentar puesto y a recibir el refrigerio. En pocas palabras yo era un gamín bogotano”, concluye José Daniel.
“La vida nos cambió mucho, ahora vivimos en arriendo en altos de Cazucá, desde allá caminamos mas o menos diez kilómetros y recorremos los barrios Galicia, La Estancia, la Sevillana, la Alquería, Muzú y El Tejar buscando chatarra, ropa, cobre, aluminio y artículos usados, con esto nos ganamos desde ocho hasta cincuenta mil pesos diarios dependiendo del día. Descansamos al medio día para ir toda la familia, el almuerzo del comedor. Mi hermana estudia en el Colegio Cundinamarca, la llevamos todos juntos al colegio y luego hacemos otro recorrido en la tarde”, dice mientras con sus manos va hilvanando las frases.
Familia que trabaja unida…
“Somos una familia de recicladores este comedor es una gran ayuda, siempre venimos todos, nos dan los cinco almuerzos gratis pues a veces no tenemos para costear los alimentos, aquí nos han brindado apoyo”.
Este comedor es de Bogotá Humana, mi familia y yo somos usuarios que vivimos muy agradecidos con este servicio, ha sido una bendición muy grande porque es nuestra comida. Nos pusieron a escoger si queríamos un mercado cada mes o el almuerzo, escogimos el almuerzo diario en el comedor, porque uno recibe el mercado y ¿si se le acaba qué? En cambio aquí uno tiene la comida segura de lunes a sábado, además es nutritiva y balanceada. Bogotá Humana es una ayuda para todos los bogotanos”. Se levanta y corre a buscar la tarjeta “Tu Llave”.
La opinión que tiene José Daniel y su familia por su experiencia en el reciclaje y recorriendo tantas calles es que la gente no sabe reciclar, no cuida el medio ambiente, rompen, dañan hacen daños y por eso ellos tienen cuidado para merecer el respeto de las personas…“por ser recicladores a veces abusan de nosotros y quieren tirarle a uno en el carrito, los papeles y la basura y es que hay personas en el oficio del reciclaje que no respetan el trabajo que nosotros tenemos y por el afán de sacar las cosas o una botella, no las amarran bien, las dejan tiradas por eso es que este medio ambiente esta como está”, sentencia con voz grave y expresiva.
“Hay mucha diferencia entre el antes y el ahora con la Bogotá Humana, porque antes no respetaban los derechos de nosotros los pobres y sobre todos los recicladores. Ahora la gente ya no tiene zorras, tiene carros y no maltratan a esos caballos. En estos años se han hecho muchísimas cosas, por ejemplo el programa “Basura Cero”, la gente que reciclaba en las calles ahora tienen un trabajo mas digno”, José Daniel recibe al resto de la familia para compartir el almuerzo del Comedor Perdomo lugar en el que diariamente se atiende a 513 personas.