“Compañeros de dolor, nunca es tarde para empezar de nuevo”: Persona mayor ex habitante de calle

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Agosto 25 de 2016. Tras vivir en el oscuro mundo de las drogas y deambular por 30 años en las calles de la capital,  José Olinto Carrillo, una persona mayor de 60 años y ex habitante de calle, cuenta su experiencia de vida y el proceso de recuperación que inició en uno de los centros de la Secretaría de Integración Social.
 
Siendo muy joven, José adelantó estudios de cocina y coctelería. Trabajó con importantes cadenas hoteleras, vivía con su familia y fue entonces, en su mejor momento, cuando un día de “arrebato y locura” tomó la decisión de “probar y experimentar” una sustancia psicoactiva, sin imaginar que se sumergiría en esta por años.
 
“Yo empecé a consumir marihuana y bazuco cada 8 días. Luego día de por medio y así hasta que ya todo lo que conseguía honradamente en mi trabajo, lo invertía en la droga”, cuenta don José Olinto.
 
Cuando la droga se convirtió en un vicio sin límites, José dejó su trabajo y familia para sumergirse en el oscuro mundo delictivo de la droga y las calles donde el abandono y deterioro se empezó a evidenciar en su cuerpo.
 
“Cuando uno está consumiendo no le importa en dónde duerme ni cómo se viste. Ya no piensa sino en solo rebuscarse para consumir, porque los expendedores al principio le regalan a uno un poquito mientras lo envician. Después toca pagar de una u otra forma,  ese es su negocio”, afirma Don José Olinto.
 
Una de las etapas más críticas que este hombre de 60 años vivió en las calles fue cuando una buseta lo arrolló en el centro de la ciudad, donde normalmente delinquía para conseguir droga y algo de alimento para sobrevivir.
 
“Me fracturé tibia y peroné. Por eso mi problema al caminar. Duré casi dos años con un yeso lo que me ayudó para dejar de robar y aproveché para empezar a mendigar, pedir plata en la calle y vivir de lo que la gente me daba”, indicó.
 
“La vida en la calle es muy dura. No todos son drogadictos. Algunos son recicladores o sencillamente se quedaron solos en la vida y decidieron deambular sin rumbo”, manifiesta Don José Olinto,  quien agrega que en las calles pudo conocer desde aviadores, ingenieros y arquitectos, hasta famosas estrellas de la televisión y la farándula. “El problema de la droga toca a todas las clases sociales”, sentencia.   
 
El proceso de recuperación no es fácil ya que influyen factores, físicos, sociales y emocionales que sólo con la disposición y apoyo de programas integrales se puede salir de esta situación.
 
 “Desafortunadamente hay muchos centros de garaje que aparentemente buscan rehabilitar al habitante de calle, pero lo que hacen es explotarlo para generar ingresos. Además, no cuentan con personas profesionales, no tienen terapeutas ni psicólogos.
 
Reclutan personas y exigen una cuota diaria para sostener sus programas”,  indica Don José Olinto, quien no recuerda las veces que asistió fallidamente a estos centros buscando ayuda.
 
 Actualmente en Bogotá, los habitantes de calle pueden acceder a la atención integral que ofrece el Distrito en siete centros (hogares de paso, centros de atención transitoria y comunidades de vida).
 
 “Tuve la oportunidad de asistir a un centro de acogida dos meses. Fui evaluado por un equipo profesional, luego trasladado al centro ‘El Camino’ donde realicé 4 ciclos de rehabilitación. Estoy ya en el proceso final de resocialización y vida productiva. Allí tengo una cama digna. Este lugar es una universidad para la recuperación, estoy en el proceso de ruta laboral para ingresar a la vida social muy pronto. Soy un mayor activo y funcional que quiero empezar de nuevo y creo que nunca es tarde”
 
 El deseo de este hombre mayor es contactar a su familia. Resarcir el daño e intentar recuperar en algo el tiempo perdido. “Me gustaría saber de mi familia. No para ser una carga, porque yo nunca les ofrecí nada. Soy consciente que hace mucho tiempo me desvinculé de ellos y les hice daño. No busco que sean mi red de apoyo, quiero reencontrarlos y decirles que lo logré, pues hace más de 20 años no los veo”. Sus ojos se encharcan. Aún le duele su familia.
 
Para don José Olinto vivir en las calles tiene tres destinos: “el hospital, la cárcel o el cementerio”. Por esto hace una invitación a los que con cariño llama compañeros de dolor.  “La lucha es fuerte. No es de la noche a la mañana, pero si es una decisión personal. No depende de una entidad o de un promotor, ellos brindan las herramientas pero somos nosotros los que debemos tomarlas y apropiarnos de estas para salir del problema.
 
Hay equipos sensibilizando ofreciendo una  oportunidad de cambio para reintegrarnos como personas útiles a la sociedad. Hay que pararnos, poner los pies en la tierra y reconocer que la solución está al alcance de nuestra mano”, finaliza seguro de sí mismo. Sabe que esta vez lo logró y que le queda mucho por vivir en su etapa de persona mayor.   
 

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