Rosa Alvarado, una guerrera de la vida que encontró en la bicicleta un medio de superación

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Bogotá, agosto 24 de 2018. Rosa Margot Alvarado Urrego, es una mujer nacida hace 40 años en Medina (Cundinamarca). Para esta mujer la vida nunca ha sido fácil y menos cuando, debido a un mal procedimiento médico en un centro hospitalario en Soacha, perdió la pierna izquierda. 

“Yo he guerreado en la vida todo el tiempo junto con mi hijo Carlos Andrés, quien padece un tema de cáncer. Debido a esto en ninguna empresa me recibían por los permisos para los controles de mi hijo y me rebusqué algo independiente”, cuenta Rosa sin pausa pero sin prisa.

Y es que para Carlos Andrés además de su diagnóstico negativo el asimilar la nueva condición de su mamá fue muy difícil. Comenzó a desmejorar en el colegio, lo que obligó a llevarlo a terapias de sicología y trabajo social para ayudarlo a superar el tema de su progenitora y el propio, el de su cáncer.

Desde niña Rosa ha sido fanática del ciclismo y de su principal elemento la bicicleta. “Empecé a trabajar y mi primer sueldo fue para comprar una bicicleta. Con ella siempre me he puesto metas y gradualmente he coronado las lomas en los recorridos que me trazo. Esto también me ha servido para la vida real”, dice la pedalista.

Y es que desde el incidente en el que Rosa perdió uno de sus miembros inferiores la bicicleta ha sido fundamental no sólo para transportarse sino emocionalmente. Con el ‘caballito de acero’ ella libera energía y evita malos pensamientos.

“Mi sueño es tener una bicicleta a la talla mía. El año pasado estuve en la Liga Paralímpica de Cundinamarca en la ruta y me enfoqué en admirar a la gente que competía conmigo faltándoles una mano o una pierna. Yo aprendo es de ellos. Cuando quedé en estas circunstancias pensé que no iba a poder a montar más en bicicleta. Me caía, volvía me levantaba y volvía y caía hasta que aprendí a dominar la bicicleta“, relata Rosa.

Finalmente Rosa deja un mensaje claro. “A pesar de mis obstáculos hay personas que no tienen ningún problema y se quejan por nada. Las personas con discapacidad buscamos salir adelante y a veces carecemos de un apoyo parara demostrar el talento que se tiene y las capacidades. Hoy tengo el apoyo de la Secretaría Social en uno de sus comedores en donde alimento mi cuerpo y mi espíritu”.

Para esta mujer ejemplar que vive en Lisboa, en la localidad de Suba, la Secretaría Social ha sido fundamental ya que recibe de la entidad una ración caliente y nutritiva en uno de los comedores comunitarios que están ubicados en la zona.

En Suba el proyecto ‘Por Una Ciudad Incluyente y sin Barreras’ atiende a 139 personas con discapacidad en dos Centros Crecer. Así mismo 976 personas con discapacidad reciben un bono canjeable por alimentos, como parte del apoyo a esta población vulnerable que cada día se supera más y más.
 

 
 
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