Transformando vidas a través de la imagen

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Bogotá, mayo 6 de 2019. “Las imágenes son momentos que pasan a la posteridad y cuando reflejan lo que uno quiere, no es necesario explicarlas. Uno debe buscar que una fotografía hable por sí sola, toda vez que una imagen vale más que mil palabras”.

Con estas sencillas palabras, John Ruiz, instructor comunitario del Centro de Desarrollo Comunitario (CDC), de San Cristóbal, le da el significado e importancia que reviste el arte de tomar fotografías por todos los rincones de su localidad.

“De esta forma generamos espacios de reencuentro que permiten renovar el sentido de pertenencia, identidad y memoria de nuestros barrios, lo que crea conciencia, convivencia para contribuir con su conservación, remembranzas y el reencuentro de los valores comunitarios y su entorno social. Además es el mejor instrumento de concertación y reconciliación”, dice John, cuando habla de su gran hobby.

Pero, ¿quién es John? Se trata de un bogotano de 40 años, nacido en el hospital de la Hortúa, residente en Quinta Ramos y padre de Valeria y Sebastián, sus grandes amores y por quienes ha venido luchando para brindarles un mejor futuro.

Desde niño empezó su lucha por la supervivencia, siendo así como las ventas ambulantes se volvieron su fuerte Al lado de su señora madre, las calles del 20 de Julio, del centro y el barrio Restrepo sintieron diariamente sus pisadas y su voz, promocionando chancletas, bolsos, esferos y lo que llegara a sus manos para vender.
 
 

La vida le comienza a cambiar cuando llegó al CDC La Victoria, de la subdirección local de Integración Social, en la localidad de San Cristóbal, a recibir clases de office dictado por profesionales de la Universidad Distrital.

“Por esa época íbamos a hacer un mural y en el mismo CDC nos dieron una capacitación para aprender, e incluía clases de pintura, imagen y fotografía, preciso lo que más me gustaba. Yo era vendedor ambulante y sentía la necesidad de devolverle a la calle lo que la calle me dio. Fue así como hace 7 años, en el mismo centro empecé a dictar gratuitamente cursos de pintura y a medida que pasó el tiempo talleres de fotografía en forma empírica, pues eran mínimos mis conocimientos. A la par con esta labor, fundé el Centro Cultural ‘Las Flores de Valeria’, en honor a mi hija”, aseguró John.

Y agregó, “este centro ubicado en el barrio el Sosiego, nos permite todos los fines de semana realizar presentaciones en vivo, los martes exposiciones fotográficas o artísticas, miércoles poesía y los jueves cine, lo que nos permite con la venta de cócteles, financiarnos y sobrevivir”.

Imágenes que transforman

John Ruiz, hoy hace parte de un proceso de vinculación de ‘instructores’ comunitarios, en este caso de fotografía, que se viene dando desde el comienzo de la administración, contribuyendo así a la implementación de programas orientados al ejercicio de los derechos, promoviendo de forma articulada y organizada la inclusión social, el desarrollo de capacidades y el mejoramiento de la calidad de vida de la población con vulnerabilidad de la localidad 4, de San Cristóbal

Al preguntársele si se han logrado transformar vidas a través de las imágenes, destacó que sí, empezando por la de él, ya que se inició como empírico hace 12 años cuando aprovechó la cámara de rollo de propiedad de su madre, para captar las primeras imágenes que veía a su paso.

La primera cámara profesional la logró gracias a un premio que se ganó en un concurso abierto de fotografía convocado por el diario El Tiempo y la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, con una imagen del río Fucha, donde salía una señora lavando ropa. Estaba titulada ‘Añoranzas’.

Dice que, “en el centro de desarrollo personas entre los 14 y los 70 años inician los talleres de fotografía y terminan realizando cursos más avanzados en el SENA, lo que les da un sentido de pertenencia y forman colectivos con sus mismos compañeros. La gente se sensibiliza y comienza a tener mayor pertenencia por su localidad y por ellos mismos”.

“Entre 20 y 25 personas conforman los grupos trimestrales, que se encaminan hacia lo ambiental y lo documental, enfocado en las problemáticas que hay en la comunidad. Si es de nuestro patrimonio entonces empezamos a hacer investigaciones de lo que hemos olvidado en la localidad, por ejemplo la tienda de la esquina, la persona que hace la chicha, el señor que lleva 30 años haciendo el pan y no ha cambiado la receta, la cuadra, el niño que aprendió a montar en cicla, el paseo a sitios históricos, la imagen puede reflejar que alguien de su familia conoció la iglesia más importante del sector, del paraje a donde fueron, es decir lo que sea identidad y sentido de pertenencia”, agregó.

Hoy con sus dos cámaras, las pone a disposición de los estudiantes, entre ellos los niños y las niñas con discapacidad del centro Crecer, a quienes visita desde hace 3 años y les imparte sus conocimientos y amor por la memoria local, mostrándoles imágenes que reconocen y los sitios por donde ellos transitan, entre otros.

Con estos menores, John aplica una de las reglas para la fotografía, como es la regla de tercios, que consiste en dividir la imagen en 9 partes iguales (mediante 2 líneas paralelas horizontales y otras 2 verticales), y a continuación colocar el sujeto en algún punto de intersección de las líneas.

Según el profe, “el método es una fotografía con bananos y con ellos se les explica la regla de tercios. Se les dice la regla de los bananos y ya saben que es, lo que les permite recargar la imagen hacia un lado, hacia el centro de interés y así poco a poco van aprendiendo”.

Los trabajos logrados, dice John, han sido expuestos en la Subdirección Local de San Cristóbal, a través de módulos y vídeos que son proyectados en cada una de las clausuras en el teatro del CDC, en donde los niños llevan a sus padres y las personas mayores a sus hijos y nietos, lo que les genera felicidad al ver las entrevistas que les hacen y el resultado de sus trabajos.

“Uno trabaja y cumple sus necesidades, se alimenta, paga un arriendo, ve por sus hijos, pero a medida que pasa el tiempo, hay otras situaciones que lo enriquecen espiritualmente y una de estas es hacer algo por la comunidad que también ha hecho por mí y eso me hace feliz. Siento que es más fructífero el dar lo que le falta a alguien y no lo que le sobre”, concluyó el instructor.

Como fruto de este proceso nace la idea de publicar el libro ‘Memoria dulce y reconciliación en San Cristóbal’, que se gesta de la recolección de la memoria visual y de los relatos con capacidad de evocación de los participantes del taller de creación audiovisual. Este libro recoge el sentir de las personas del Centro de Desarrollo Comunitario La Victoria y los niños con discapacidad del Centro Crecer que han participado del taller.

Para la Secretaría Distrital de Integración Social, con estos procesos se busca el mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades que solicitan servicio en el CDC La Victoria y en donde se destacan algunos líderes y lideresas con alto sentido de vocación social y conocimientos en diferentes áreas.

Este proceso de vinculación de ‘instructores’ comunitarios contribuye a la implementación de programas orientados al ejercicio de los derechos, promoviendo de forma articulada y organizada la inclusión social, el desarrollo de capacidades y el mejoramiento de la calidad de vida de la población con vulnerabilidad y enmarcadas en los objetivos misionales institucionales, que no requieres presupuesto adicional, dando así un uso adecuado a cada uno de los espacios del Centros de Desarrollo Comunitario.

 
 
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