Con la Estrategia de Inclusión Comunitaria en la localidad se benefician 855 familias con apoyo de complementación alimentaria.

Bogotá, D.C, 23 de julio del 2020. La familia Torres Taicus fue desalojada en plena cuarentena por no lograr pagar el arriendo en el lugar donde vivían. Los dueños del apartamento tomaron la decisión de dejar en la calle a esta familia.

Frente a esta situación, la familia solicitó la ayuda de entes locales como la Personería, la Alcaldía Local, la Policía y la Subdirección Local de Rafael Uribe Uribe, que trataron de impedir el desalojo a través del diálogo con los dueños de la vivienda. Pero no fue posible llegar a una conciliación para permanecer más tiempo allí.

Mario y Andrea son padres de familia de cuatro hijas, tres de ellas con discapacidad. Aunque sus hijas se benefician del servicio Centro Crecer de la Secretaria Distrital de Integración Social (SDIS), la familia presentaba bastantes necesidades psicológicas, sociales y en especial económicas, pues no cuentan con vivienda propia, ni empleos estables.

Más allá de la ayuda social que la SDIS ofrece a través del proyecto ‘Una Ciudad Incluyente y Sin Barreras’, la situación despertó la solidaridad de algunos funcionarios al interior de la Subdirección Local de Rafael Uribe Uribe, quienes intentaron poder generar un apoyo para esta familia.

 

 

“Funcionarios de la entidad adelantaron a título personal una colecta de dinero para ayudar a solventar la difícil situación de esa familia. Se cubrieron algunos gastos pendientes como el servicio de acarreo, el pago de arriendo y servicios públicos del nuevo hogar de esta familia que tanto lo necesitaba en su momento”, dice Yadira Linares, referente del proyecto y líder de la iniciativa.

Antes de la llegada del Covid-19, Mario trabajaba de manera informal en un asadero, mientras su esposa vendía tintos y aromáticas. Desafortunadamente, lo poco que recibían se fue disminuyendo hasta el punto de no poder cubrir los gastos básicos de su hogar.

“Nuestra situación no era la mejor, pero tenemos el apoyo de la SDIS, en donde nuestras hijas han recibido no solo ayuda para su alimentación, sino que encuentran acompañamiento profesional en diferente áreas, con un avance muy positivo, tanto emocional como físicamente. Esto las ha motivado mucho, en tiempos donde no podemos brindarles mayores comodidades”, destaca Mario.

Así mismo, señala que “en el camino encontramos seres humanos de gran corazón que nos permitieron conseguir un lugar digno, tranquilo, en especial para mis hijas, pues por la misma discapacidad que tienen son las más vulnerables de esta situación”.