Oriundos del Valle del Cauca, recuerdan que lo primero que les afectó fue el frío. Una sensación que no habían sentido y que los obligó a buscar ropa regalada para poder abrigarse. 

 

Varios meses estuvieron, padre, madre e hijo, de un lado para otro, en habitaciones que pagaban a diario con lo que lograban recoger haciendo demostraciones de baile en la carrera séptima. “Salíamos todos los días a la calle a bailar, y así conseguíamos lo necesario para el techo y la comida de nuestro hijo”, dice el padre, quien pide no hacer público su nombre. 

 

Una tarde en que terminaban una demostración, un hombre se les acercó diciéndoles: “ustedes, con esa alegría, hacen que Bogotá se vea más bonita”. Era otro desplazado. Uno que ya llevaba años en Bogotá y que hacia parte de los servicios que la Secretaría Distrital de Integración Social tiene para las poblaciones más vulnerables en la ciudad. A través de él, la familia Mosquera-Ruiz conoció lo que para ellos ha sido la mejor ayuda y el mejor servicio que han podido encontrar: los jardines infantiles de la Secretaría de Integración Social.

 

“Cuando nosotros llegamos a Bogotá, la preocupación más terrible era la salud de nuestro pequeño. Encontrar que la Alcaldía de Bogotá tenía jardines infantiles, y que estos eran dirigidos especialmente a las personas que más lo necesitaban, fue como un milagro que nos permitió seguir adelante y nos hizo creer que las oportunidades que la violencia nos quitó se pueden recuperar”, afirma, el padre.

 

Hoy el hijo de la familia Mosquera-Ruiz, un niño de tres años que quiere ser bailarín profesional, hace parte del Jardín Infantil La Alegría de la Hoja en la localidad de Puente Aranda. Esté es el jardín número doce en la localidad, que fue puesto al servicio de la comunidad con un objetivo claro: beneficiar a 99 niños y niñas víctimas del conflicto armado y el desplazamiento forzado.

 

Los 99 niños de este jardín, ubicado en el proyecto de vivienda social La Hoja, en la carrera 30 con calle 19 (la mayoría de ellos víctimas de la violencia y muchos en condición de discapacidad) se suman a los 1.706 niños y niñas que han sido beneficiados en la localidad de Puente Aranda y a los 62.719 que son atendidos en toda la ciudad. 

 

“Estamos tranquilos de que nuestro hijo esté acá. Él está feliz. Está con sus compañeros y está aprendiendo muchas cosas que nosotros en la calle no le podíamos dar”, comenta la madre, mientras el padre interrumpe para finalizar: “Esta es una oportunidad que nunca pensamos tener. Una oportunidad que nos ayuda a soñar que lo que perdimos por culpa de la violencia acá lo estamos recuperando gracias a la Alcaldía de Bogotá”.