Tras el primer encuentro de egresados, las conclusiones giran en torno a que el servicio debe ampliarse al ámbito familiar y la propuesta de que el Distrito los incluya en la construcción de la paz
de Colombia desde los barrios de Bogotá.
El pasado jueves 30 de octubre, en el Teatro Colsubsidio, 50 jóvenes egresados de los Centros Forjar de Ciudad Bolívar y Suba se dieron cita para contarse historias sobre su paso por el servicio de atención integral a adolescentes vinculados al Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente; un servicio con miras a disminuir la reincidencia, fortalecer los procesos de inclusión y potenciar el desarrollo de capacidades para la construcción de proyectos de vida enmarcados en la cultura de la legalidad, la inclusión y la proyección humana.
Bayron Dayla es un ejemplo de eso: acaba de cumplir 18 años de una vida que ningún niño debería vivir en un país que se considere democrático, y hoy quiere darle un giro rotundo a su historia; se niega a que se quede en una simple reseña judicial: “Crecí con problemáticas de consumo y permanencia en la calle”.
Pese a que hace poco nadie daba un peso por él, cuando habla, Bayron lo hace convencido de haber salido de un laberinto en el que muchos jóvenes se pierden. “Yo era una persona que tenía todo en la vida. Tenía mucha libertad… de pronto por eso llegué a conocer cosas que no eran buenas para mí”. Con la mirada Clavada en el piso, repasa las imágenes de una época que, tras 10 meses en el Centro Forjar de Suba, parece lejana.
En el salón dispuesto para el encuentro, los psicosociales de los Forjar se sentaron con sus pupilos; el tiempo que han pasado juntos -según la tipificación del delito, las y los “pelados” son remitidos por jueces penales para adolescentes a los Centros Forjar- creó entre ellos una relación indisoluble de solidaridad y compañerismo.
La sensación del deber cumplido se refleja en los rostros de unas y otros: cuando ingresaron, llegaron con la incredulidad hacia un Estado que la mayoría de veces hizo presencia en sus barrios vestidos de policía y nada más; hoy saben que sí es posible construir una sociedad mejor a partir de proyectos como los Centros Forjar.
La SDIS también lo sabe y por eso se la juega a fondo por ellas y ellos. El significado de la palabra forjar (dar forma a algo) es insuficiente frente a los testimonios que dan cuenta de este proceso, cuyos resultados -como el alba- apenas comienzan a despuntar.
“El Bayron de ahorita ya no hace las cosas que hacía antes; ya lo piensa, ya no es inmaduro. Ahora miro la vida de otra manera, con las herramientas que me han dado los profesores del Centro Forjar”, afirma este joven que sueña con convertirse en ingeniero civil y ayudar a su familia a salir adelante.
Cindy Calderón es otro de esos ejemplos Forjar: tiene 20 años, ingresó en 2010 al centro de Ciudad Bolívar y después de ‘ires’ y ‘venires’ egresó en 2012. ¿La infracción? Violencia intrafamiliar. Hoy esta mujer es una luchadora incansable por evitar que las niñas de su localidad repitan su historia. Es una líder que inspira desde que abre la boca.
“El cambio que uno ve en Forjar es el cambio de mentalidad, de ser un niño vulnerado a ser un niño sujeto de sus propios derechos y adquirir sus propias responsabilidades. No es cometer el acto delictivo y sentirte discriminado, sino es poder cambiar y restituir todo el daño que se ha hecho”, afirma.
Quizá Cindy no ha pasado por las mejores escuelas de la ciudad, pero de su boca se desprende un discurso poderoso que la pone en otro nivel, tal vez superior al de muchos profesionales que se pasan la vida renegando de su suerte. Su verbo es el de una ciudadana que habla en clave de derechos y que sin darse cuenta le pide pista a Bogotá Humana para convertirse en una gestora de paz en la ciudad.
“Yo me veo de aquí a cinco años siendo una muy buena trabajadora social. Creo que es una de las carreras que más me ha inspirado acá (Centros Forjar). Estar colaborando en las comunidades, que es adonde tenemos que llegar. Nada de centros lujosos ni grandes edificios, sino ir a las comunidades que son las que realmente nos necesitan para construir un mejor país”.
Como Cindy y Bayron , hay varios: Ingrid, Roger, José, Ivonne, Helmunth, Adriana… 50 adolescentes que se encontraron para verse las caras, para decirse las verdades, para pedirle a la SDIS que amplíe el radio de acción de los Centros Forjar, que trabajen más cerca de sus familias, que el servicio no se acabe y que los dejen ser parte del sueño de construir una Colombia más justa, democrática y pacífica.
Las conclusiones a las que muchos llegaron ese día es que los egresados de los Centros Forjar pueden llegar a ser la primera generación de gestores de paz de Bogotá Humana.
Las y los egresados de los Centros Forjar de Suba y Ciudad Bolívar
le pidieron a la SDIS fortalecer el servicio e incluir a las familias de los
adolescentes vinculados al Sistema de Responsabilidad Penal Adolescentes.
Una vez egresados de los Centros Forjar, las y los adolescentes podrían
convertirse en gestores de paz en sus barrios.