Liz, la vida de una cuidadora durante la pandemia

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• Una madre soltera que se dedica al cuidado de sus dos hijos con discapacidad y el apoyo de la Secretaría de Integración Social para salir adelante. 

• La Secretaría atiende a 15.962 personas con discapacidad a través del proyecto ‘Por una ciudad incluyente y sin barreras’.

Bogotá, Junio 18 de 2020. Liz tiene 44 años y es la mamá de dos niños de 8 y 11 años con autismo y síndrome de hiperactividad. Desde que empezó la cuarentena ha debido sumarle horas a su día para brindarles toda su atención.

Todos los días se levanta a las seis de la maña a repasar las mismas rutinas con sus hijos: levantarlos, bañarlos, vestirlos, desayunar y prepararlos para las clases virtuales que reciben a través de su teléfono móvil, la única herramienta tecnológica que tiene para poder continuar con su educación. Después el acompañamiento de tareas, y por supuesto los quehaceres de la casa. El final de su día llega a las 12 de la noche.

La virtualidad y el confinamiento le han demandado exigirse y exigirles más a los niños. “Me gusta enseñarles que primero está el deber y no que se excusen por su condición para no hacer sus actividades y los trabajos que les corresponde”, afirmó.

Hace 2 años inscribió a sus pequeños en el proyecto ´Por una ciudad incluyente y sin barreras´ y hoy son atendidos desde la ´Estrategia de Inclusión Comunitaria’, en la cual se promueve la inclusión de las personas con discapacidad en los entornos educativo, productivo, cultural, recreativo y deportivo.

En esta coyuntura y siguiendo los protocolos que implica el distanciamiento social, la familia de Liz participa en actividades de inclusión cultural y recreo deportiva de manera virtual, pero además cuenta con el apoyo emocional que le brinda el equipo profesional del proyecto en la localidad de Tunjuelito donde reside con sus hijos: “nos llaman para saber cómo nos sentimos y cómo estamos pasando la cuarentena. Todos son muy amables y me colaboran bastante con las preguntas que tenga. He sentido un apoyo moral muy grande porque ellos me escuchan. Eso es muy beneficioso para las mamás que nos dedicamos al cuidado de los hijos con alguna condición y que estamos en esta situación”, añadió.

Liz no puede emplearse formalmente porque está al cuidado de sus hijos, así que vende productos por catálogo para mantenerse. Sin embargo, durante la emergencia sanitaria, sus ventas no son lo mismo porque no puede desplazarse.

Aun así, Liz reconoce las ventajas de la virtualidad: “Me siento más tranquila, ahorro tiempo, los doctores llaman y logro mantener contacto con los médicos tratantes de mis hijos”, indica.

Adicionalmente,como familia vulnerable,son apoyados nutricionalmente con bonos canjeables por alimentos para contribuir a fortalecer su seguridad alimentaria. De estos, durante los primeros meses del año se han entregado 1.925 en la localidad de Tunjuelito, donde viven Liz y sus niños.

“La Secretaría ha sido un apoyo formidable. He sentido alivio, por ejemplo, a nivel nutricional de los niños. Ahora puedo comprarles carne, huevos, verduras, cereales, avena, cosas que antes no les podía comprar. Así puedo estar muy pendiente con su nutrición” señaló Liz.
 

 
 
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