Salir de ‘El Bronx’ fue la oportunidad para reencontrarse con su familia

Imprimir

 
“Hijo, hijo, que alegría de verte”, fueron las palabras que alcanzó a decir, antes de verse abrumada por las lágrimas del reencuentro,  doña Oneida Isaza a su hijo Mauricio, quien llevaba más de 6 años perdido en la Calle de El Bronx. 
 
Lo abrazó fuertemente luego de que él la esperara ansioso en la sala de recepción del Centro de Acogida, Óscar Javier Molina, de Puente Aranda. 
 
Días antes, cuando se enteró de la intervención del tétrico lugar, le había pedido al altísimo, que si en esta ocasión no podía salvar a su hijo, se lo llevara con él, a los cielos. 
 
“Me sentí triste y contenta, de todo al mismo tiempo. Me dio alegría que acabaran con esa corrupción y pensé en mi hijo. Que si esa era la última oportunidad que Dios me le estaba dando y no quería salir de esta vida que Diosito se lo llevara más bien. Que se lo lleve porque estoy tan aburrida de verlo sufrir de esa manera. Oraba mucho y dije: si me vuelvo a encontrar a mi hijo que esta sea la última vez que lo intente y que lo logre para brindarle una ayuda de la manera en que yo puedo”, aseguró doña Oneida, justo después de fundirse en un abrazo con él y la hermana, Andrea Isaza. 
 
 
Lo habían visto en un noticiero. La mamá de Mauricio lo reconoció y llamó a su hija Andrea, quien a pesar de no ser muy diestra en el manejo de la web, logró ubicar el reporte y así, el sitio donde estaba Mauricio, a quien no veían desde hacía seis meses, desde el día del cumpleaños del habitante de calle, cuando se encontraron en el centro. Ese día comieron algo y se despidieron mientras él caminaba hacia el que era su hogar en ese momento, la ‘L’.
 
“En internet estuvimos mirando en noticias. Logramos encontrarlo y mi mami reconoció el lugar y así fue como llegamos a verlo. Nosotros vivimos lejos de ella, pero todo el tiempo estábamos hablando por teléfono y confirmamos que era él. Yo estaba con mi hija y mi esposo y claro, lo reconocimos. Pensé en que quería verlo, saber que sí estaba allá y que va a estar bien. Que esta vez sí va a ser y que ahora si vamos a salir de este problema”, cuenta Andrea, quien se emociona al evocar cómo fue el reencuentro. 
 
“Me puse una cita con mi mamita y nos vinimos caminando desde el centro. Encontramos una muchacha afuera que recordó el apellido y nos hizo el favor de buscárnoslo. Fue una sola alegría de saber que estaba bien de tanto problema que hay en la calle. Feliz de verlo mejor y deseando que esta vez sí se recupere, que la familia lo va a apoyar y que vamos a estar para lo que él necesite”, agrega Andrea, quien recomienda a otras personas, quienes tienes familiares en la calle, que los busquen, que hay personas que se desentienden de ellos porque no saben nada de su paradero y se limitan. Ella piden que los busquen porque son seres que necesitan apoyo, cariño y amor. 
 
Antes del reencuentro Mauricio, quien en su rostro y sus brazos tiene señales de su paso por la calle, recordó cómo llegó al centro en una situación que fue algo ‘milagrosa’. 
 
“Cuando llegó la noche los ‘Sayayines’, ósea los sicarios de El Bronx, nos dijeron que nos iban a regalar todo el bazuco que quisiéramos pero que teníamos que apropiarnos de la casa. Estaban regalando el bazuco para que atracáramos,  rompiéramos e hiciéramos y deshiciéramos. No quise hacer caso, entonces cogí mi camino y antes de la calle 13 con Caracas, miré para todos los lados y pensé: ‘Mi mejor opción en este momento es acogida. Es más no hay otra opción’ y me vine. Llegué como a la 1 de la mañana y aunque yo sabía que a esa hora no me iban a recibir, detrás mío llegó un camión con cuatro personajes y fui tan de buenas que me ingresaron y aquí estoy desde el sábado, ahora con mi familia”, relata Mauricio, quien confía en que con amor y voluntad dejará por fin las calles. 
 
Junto con Mauricio, tres habitantes de calle ya se reencontraron con su familia en los centros de Integración Social y esperan que esta nueva oportunidad, sea a su vez un nuevo comienzo.
 
 
 
 
Facebook