´Vendiendo alcancías empieza mi nueva vida´: José Carrillo ex habitante de calle

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A partir de  hoy José Olinto Carrillo, recorre las calles de la ciudad con una sonrisa en su rostro; con pasos firmes y seguridad en su nuevo caminar, observa con detenimiento el transcurrir de las personas que se dirigen a sus trabajos, estudios o tal vez dan un paseo por el centro de la ciudad de Bogotá.
 
A sus 60 años de edad y luego de haber habitado la calle por más de 30 años, mendigando su alimento, pidiendo limosna, sobreviviendo a la cruda realidad que le tocó afrontar por las malas decisiones de la vida, hoy siente que volvió a vivir.
 
No tiene familiares cercanos, no tuvo la fortuna de recibir en los últimos años un abrazo cálido que le diera esperanzas para vivir. Ahora anhela que ese día llegue muy pronto cuando encuentre a su hermano del alma, a quien pedirá de corazón que lo perdone.
 
Sus manos, a las que agradece a diario tenerlas, muestran el deterioro que dejó tantos años entre la mugre y la basura. El vistoso color amarillo en la piel que le dejo fumar tantos cigarrillos cargados de ‘Bazuco’ es evidente. 
 
Hoy esas manos son la mejor herramienta que tendrá para empezar de nuevo su vida laboral. Las artesanías, un arte que aprendió desde pequeño y el cual reforzó por un tiempo en su recorrido hace años atrás en los centros de atención del Distrito, cuando decidió que debía buscar ayuda para evitar el consumo despiadado de droga al que se venía enfrentando a diario.
 
Su cuerpo, algo débil. Su mente, muy fuerte para lo que viene. Y su vida, intacta como el mismo afirma, será a partir de ahora todo lo que lo rodea para empezar de nuevo. 
 
Luego de finalizar su proceso de recuperación y desarrollo personal en la comunidad de vida ‘El Camino’ de la Secretaría de Integración Social, en donde recibió por más de nueve meses ayuda profesional para la recuperación de sus hábitos de aseo, alimentación, sueño, a compartir en convivencia con las demás personas y, en donde logró aceptar que ya era hora de dejar de vivir en la calle y empezar de nuevo sin drogas.
 
Un camino largo y estrecho
 
Don Olinto, como le decían sus compañeros en el centro de atención integral ‘El Camino’, tuvo que enfrentar el demonio de la droga por mucho tiempo. Desde el año 1999 cuando por primera vez se acercó a buscar ayuda por su consumo de ‘Bazuco’, no esperaba que ese problema le iba a ganar en sus decisiones y que lo llevaría por miles de días a la perdición que lo condujo a la mendicidad.
 
“Creo que hice todo el curso en la calle, el título completo, pues inicié casi desde los 18 años, perdí la noción del tiempo, no me bañaba, no me interesaba nada más sino conseguir el ‘Bazuco’ recuerda.
 
“Esa sensación que me poseía era lo que más me llevaba al consumo. Era sentirme fuerte que nada ni nadie me podría parar,  pero eso duraba solo un momento”.
 
Luego de andar y andar por las calles y después de pagar una condena en Prisión, por agresión a un agente de la Policía, volvió a la libertad. Estuvo varios días y noches en la calle. La falta de apoyo familiar, lo conducía muchas veces a buscar refugio en ‘El Bronx’.
Hace más de un año, recuerda que un grupo de jóvenes se acercó a él; con palabras muy cordiales y con la amabilidad que no estaba acostumbrado a recibir, lo invitaron a pasar un día en los centros de atención del distrito.
 
“Pienso que desde ese día, tenía una única oportunidad y que no podría seguir así en la vida, a esta edad, ya no estaba en condiciones de afrontar tantos peligros y noches oscuras en la calle, ya era hora de acabar con este problema”, recuerda José
 
Su paso por el hogar ‘El Camino’ y el ‘Centro de Atención Transitorio’, le dieron muchas herramientas para empezar de nuevo su recuperación. En compañía de los profesionales y promotores quienes lo acogieron como su propia familia  logró superar los miedos que tenía en su mente y espíritu.
 
Volvió a bañarse y alimentarse de una mejor manera, aprendió que tenía una dignidad, que su cuerpo debía respetar y por eso era su obligación cuidarlo y mantenerlo con buena salud.
 
Muchas veces estuvo triste, su familia le hacía mucha falta y eso era duro de afrontar. En varias ocasiones la ansiedad del consumo era su peor pesadilla, pero gracias al proceso que llevaba, lograba mantener su cabeza ocupada en actividades, talleres, visitas a lugares que nunca antes había estado e incluso haciendo cosas tan divertidas como estar en un parque o un teatro disfrutando de un día agradable.
 
Hoy quiere ser valorado por su nueva vida. Diseña artesanías y las ofrece a los funcionarios públicos que trabajan en Integración Social. Vive agradecido con la vida y por eso apoya las labores de sensibilización brindando su testimonio de vida en las diferentes jornadas de prevención y diálogo que se realizan con la ciudadanía
 
Lo único que quiere para su vida en este momento es llevar a todos los habitantes de calle la posibilidad que conozcan los hogares de paso y centros de atención para cambar la droga por una oportunidad diferente. Siente que después de tantos años de oscuridad hoy la alegría de vivir empieza a golpear las puertas de su corazón.
 

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