Julieth, la exhabitante de calle que quiere ser actriz

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Bogotá, 4 de octubre de 2016. Cuando era pequeña Julieth Johana Riveros soñaba con ser actriz. Se veía a sí misma como Pamela Anderson, en una playa, rodeada de esculturales cuerpos y siendo observada por miles de televidentes en la pantalla chica  y hasta en el cine.
 
Pero esa visión se fue volviendo translúcida cuando cumplió los 13 años y probó el bazuco. Así lo recordó en la fundación Gilberto Alzate Avendaño mientras observaba una obra de teatro a la que ella, junto con 79 compañeros más, asistieron como parte de su proceso de recuperación que lidera la Secretaría de Integración Social.
 
“Conocí la droga muy pequeña. En las calles entendí que había perdido a mi familia y a mis hijos. Estuve desde que nació 'El Bronx' y vi mil atrocidades en el antiguo 'Cartucho'”, narra Julieth frunciendo el ceño. Sus ojos aumentan de tamaño cuando evoca esos momentos. No es fácil recordar cuando su cerebro estuvo más de 20 años nublado por el humo de la droga del ‘diablo’, como ella lo llama.
 
Julieth, que ahora tiene 33 años, lleva 4 meses en su proceso de recuperación en el centro de atención transitorio, CAT.
 
Salió con una cobija sucia y sin una sola esperanza, de una de las casonas viejas y malolientes de ‘El Bronx’. Sin embargo, ahora luce diferente. Aumentó de peso, sus pómulos se tornaron escarlatas y volvió a ver a su familia. Tiene, como cualquier ciudadano, un proyecto de vida que incluye restablecer la relación con sus hijos.
 
“Como expectativa mi primera meta es recuperar mi familia, estudiar y salir sin ningún problema. Tener proyectos de aquí en adelante. Tengo dos hijos, de 18 y 16 años y un nieto de 8 meses. Hace dos meses me encontré con mi hijo que no veía hace 5 años. A mi hija si no la he podido ver pero tengo la esperanza de encontrarla. Con mi hijo fue una gran sorpresa porque después de tanto tiempo me vio bien. Lo único que me dijo fue que él tenía la esperanza de que saliera adelante y le demostrara que sí podía. Eso me da fuerzas para seguir adelante”, cuenta Julieth, quien en su recuperación también encontró el amor en un hogar de paso.
 
Durante 90 minutos Julieth estuvo sonriendo. Nunca, nunca en su vida había pisado un teatro y menos visto una obra. La presentación, que llevaba por nombre ‘PIC-NIC’, mostraba una serie de situaciones absurdas que se viven en el día a día de la guerra. La historia, original de Fernando Arrabal y dirigida por Martín Miranda del ‘Teatro Taller Nazaret’ dejó a los exhabitantes de calle un gran mensaje.
 
 
 
“Me gustó mucho la obra de teatro y nos enseñó que aún en los peores guerras siempre contamos con la familia. Fue lo más bonito. Mi peor guerra fue haber abandonado a mi hijo por el bazuco, un simple polvo que carcomía mi cerebro”, recuerda Julieth. Luego, se subió a las tablas del escenario y volvió a soñar con ser actriz, esta vez para sus compañeros. 
 
A los que aún continúan en las calles les envió un mensaje: “Aquellos compañeros que vengan y ensayen. Que hagan un proceso. Que la calle, ni el vicio, nos lleva a nada bueno.  Sólo es un símbolo de destrucción porque somos personas y tenemos valores como los ciudadanos del común los que nunca han probado el vicio”, sentencia.
 
Como Julieth hay cerca de 1.800 exhabitantes de calle, en diferentes etapas, quienes se recuperan en los Centros de Atención de Integración Social. A la fecha, se han atendido más de 10.600 habitantes de calle y día a día cerca de 500 funcionarios continúan, sin descanso, invitando a las personas de esta población que aún siguen sobre el asfalto capitalino, para que se den una nueva oportunidad.
 

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