Junior Pineda: habitó la calle y en su recuperación logró primer puesto y mejor ICFES

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Bogotá, diciembre 5 de 2016. Cada vez que Junior Andrés Espinosa Pineda estaba en clase, se le venía a su mente la imagen de un padre de familia, cuchillo en cuello, que le suplicaba que no lo atracara, que la quincena que llevaba era para su familia. 
 
Ese, entre los oscuros recuerdos que labró por más de 20 años en las calles, era una razón más que, aparte de hacerlo reflexionar, lo llevaba a estudiar con ímpetu sus clases y a preparar cada una de sus materias.
 
Y el sacrificio valió la pena. Junior Andrés, de 35 años, fue el mejor de su curso en el Colegio Distrital Panamericano y el mejor de todos los cursos, entre más de 40 alumnos que, como él, se graduaron el pasado jueves. 
 
Se graduó de toga y birrete, debajo tenía un vestido de paño gris y unos elegantes zapatos negros, que le donaron gracias a sus anhelos de ser otra persona. Gracias al resultado del ICFES que obtuvo estudiará Derecho, en la Universidad de Antioquia.
 
Sus compañeros no eran ex habitantes de calle, eran jóvenes del sector que, como muchos otros, terminaban su ciclo escolar.
“Estaba cansado de esa vida. Porque se sabe que es una vida que no merece ningún ser humano y Dios, el señor me abrió las puertas y me ayudó” señaló Junior.
 
“A mí me marcó el tocar totalmente el fondo de las drogas. No había autoestima, amor propio, sinceramente no vivía para mí sino para las drogas y un momento en el que se cayó ese velo que tienen todos los drogadictos, creen que se las saben todas y que están bien pero es una gran mentira”, agrega Junior, quien evoca que, tras las rejas, tomó la decisión. Había caído en la cárcel por participar en el desarme de carros robados.
 
“Cuando estaba en la cárcel pensé en estudiar. Era parte de las decisiones que eran necesarias para cambiar mi vida. En la cárcel llegué hasta noveno. Y a principios de este año decidí continuar con mis estudios. Sabía que venía de un proceso pero necesitaba trabajar muchas cosas de mi vida, cerrar muchos ciclos hacer muchos duelos y busqué la ayuda de Integración Social”, cuenta el graduando, quien gracias a su cambio también recuperó a su familia. 
 
“En el Colegio Panamericano comencé el semestre anterior gracias al convenio de Integración con el colegio gracias a Dios ya soy bachiller”, asevera Junior, quien cierra los ojos cuando recuerda el momento en qué dijeron su nombre, como mejor bachiller del año. 
 
 
“Sentí una alegría y una satisfacción bastante grande porque no me lo esperaba, porque no fui a competir con nadie. De mi curso ya había sacado el primer puesto, pero no esperaba que de los otros cursos también fuera el mejor. Es un premio de Dios, de Integración Social que estuvo ahí paso a paso, apoyándome, dándome los cuadernos y motivándome a demostrarme a mí mismo que sí podía”, evoca, mientras agrega que su materia preferida es Física. 
 
No quiere saber nada de las calles. A ellas llegó a los 11 años y allí conoció todos los males del mundo. No consume marihuana hace 9 meses, ni bazuco hace 4 años. Y cada vez que se encuentra a un habitante de calle botado sobre el asfalto, casi inconsciente, se les acerca sin temor, como si fueran sus hermanos, y los invita a dejar las calles. 
 
“Lo primero que les digo es que tenemos que darnos cuenta de que no estamos bien. Reconocer que estamos mal y buscar ayuda. Tener esas ganas de salir adelante. Tenemos todos los hogares de paso y centros de atención para hacerlo realidad y lo más importante es que son seres humanos y merecen una vida digna”, asevera. No miente, le duelen sus hermanos en las calles, le duele que lleven esa vida miserable, le duele que no busquen una oportunidad. 
 
Le quedan pocos meses por terminar su proceso de inclusión social. Señales de ese difícil camino son las manillas que lleva en su muñeca derecha. Son tres, las de cada momento superado en el proceso. Ya no le quedan ninguna y ya logró su éxito más aclamado: dejar las calles y ser el mejor de su colegio. Ya lanzó hacia la inmensidad la toga y el birrete. 
 

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