Flor Guzmán, ex habitante de calle quien con nueva dentadura le sonríe a la vida

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 Foto de flor

 
Bogotá, 14 de abril de 2018. Entre sonrisas y sonrisas, Flor Guzmán, hoy le agradece primero a su Dios y al Ángel de la Guarda por todo lo que le ha brindado. También, evoca a unas cuantas personas que han logrado que sus nuevos días tengan finales felices.
 
Hace más de siete años, Flor Guzmán, mendigaba por las calles muy cerca al sector de Uval. La antigua Avenida Villavicencio, le brindaba opciones para vivir el día. Entre el rebusque y pidiendo limosna, trataba de sobrevivir olvidando las pesadillas vividas en un hogar al que tuvo que dejar huyéndole a la violencia intrafamiliar, que vivió por muchos años en compañía de su expareja sentimental, y padre de sus tres actuales hijos con vida.

“Yo vivía con mi esposo en ese momento, pero él tomaba y consumía droga. Siempre llegaba a la casa y me golpeaba, hasta que un día me cansé y salí de ahí, para nunca más tener que sentir su maltrato”, dice Flor con sentimiento de tristeza y al final de la frase guarda silencio por un rato, porque no le gusta recordar esa historia.

La vida para ella no fue muy fácil sin tener a donde ir y, finalmente, por cosas del destino decidió estar en la calle. No consumió drogas, no fue tentada por ese “demonio”, que según ella está matando a las personas. En la calle, buscaba qué comer pidiendo honestamente monedas en las tiendas y transeúntes del barrio.

La tragedia de Flor apenas daba sus primeros pasos, fue en ese momento cuando tuvo una compañía que, tal vez, nunca la iba a dejar y que le traería algunos malos pasos con fuertes caídas. Y no era para menos, pues una enfermedad silenciosa la venia acompañando. La Epilepsia estaba atacando su sistema nervioso ocasionando convulsiones a cualquier hora del día y en cualquier lugar. Muchas veces, como ella misma lo recuerda, y según versiones de los vecinos que la ayudaban, el piso duro del pavimento era el que siempre la recibía con un fuerte golpe en su rostro, en la cabeza y en el cuerpo.

Así fueron transcurriendo los duros días de Flor. Cuando trataba de estabilizarse de sus golpes, su memoria no era la misma, esto le hacía olvidar por momentos hasta su propio nombre. Incluso, muchas veces ni se acordaba de su propia vida. En una ocasión y producto de una inesperada y ya muy tradicional convulsión, terminó inconsciente en el piso y fue trasladada de urgencia al Hospital Santa Clara. Allí, recibió ayuda asistencial y confirmó su enfermedad con el parte médico.

De manera inmediata y por ser habitante de calle, fue trasladada al servicio de la Secretaría Social. Ya habían pasado siete años durmiendo fuera de casa. Su cuerpo deteriorado y muy maltratado, su salud deficiente, y hasta su dentadura golpeada y con la ausencia de muchos de sus dientes, ya marcaban ese duro paso por la mendicidad.

Flor Guzmán, fue remitida a un hogar de paso para habitantes de calle. Las puertas del Centro Bakatá, muy cerca de aquel hospital donde fue atendida, la recibieron con un abrazo fraterno por parte de los servidores en su momento. En su acompañamiento médico, y debido no solo a al tema de Epilepsia, le diagnosticaron una Enfermedad Pulmonar que traería mayores consecuencias en su sistema respiratorio.

Para este proceso y en mejora de su salud, Flor Guzmán tendría que recibir un nuevo proceso de recuperación personal, lo cual implicaba ser trasladada a un sitio donde las condiciones climáticas le aportarían a una buena recuperación. Así empezó su nuevo camino en la vida en el Centro de Alta Dependencia Funcional de la Secretaria Social, ubicado en la Mesa (Cundinamarca).
 
 

Amores, risas y sueños hechos realidad

A veces los cambios son para bien, dicen los sabios consejos de algunas personas. Y para Flor, sí que traería buenas nuevas. En el nuevo hogar, Flor recibió ayuda especializada con el fin de mejorar su calidad de vida y salud. La epilepsia fue controlada con algunos medicamentos, aunque no desaparecería definitivamente, pero si se hacía lo necesario se evitarían los traumatismos mayores en su cuerpo.

Con sus nuevos compañeros compartió muchas historias. Allí, entre talleres, recorridos guiados y actividades conoció a Sigifredo Cárdenas, quien no solo se convirtió en un amigo, sino que despertó en ella el amor.

“Él empezó muy romántico a ayudarme, me cuidaba, estaba pendiente de mi salud, me llevaba dulces y hasta me acompañaba al pueblo cuando teníamos salidas pedagógicas”, cuenta Flor dejando ver en su rostro lo enamorada que estaba de Sigifredo y el triunfo que para ella representaba encontrar en el camino un compañero de vida.

El amor llegó de nuevo a la vida de Flor y Sigifredo, quienes bajo la bendición de Dios se casaron para conformar un hogar. Sin embargo, el destino tenía preparado un desenlace inesperado, Sigifredo venía conviviendo, desde hace muchos años, con una enfermedad pulmonar que le cobró la vida un año después de casarse con Flor.

La nueva Flor Guzmán estaba de regreso a un estado emocional depresivo y en un proceso de duelo que inevitablemente tendría que enfrentar. A este dolor se sumaba un deterioro de salud oral por el mal estado de la poca dentadura que le quedaba, después de los golpes que recibió su boca al caer sobre el pavimento. Este estado le generaba molestias y dolores intensos cuando comía y, además, sentía que su apariencia no era la mejor cuando trataba de sonreír.

Pero para todo hay remedio cuando existe voluntad y corresponsabilidad. En esta ocasión, Secretaría Social a través de una empresa privada, deja en manos de un especialista a Flor Guzmán, para que mediante procedimiento odontológico tuviera una prótesis dental adicional que le diera calidad de vida y le devolviera una sonrisa a su rostro.

Ahora, Flor camina segura por las calles de Bogotá. Pero esta vez no es para habitarlas, sino para intercambiar sonrisas con aquellos que la miran. Una sonrisa que deja ver una bella dentadura acompañada del brillo de sus ojos, pese a las situaciones difíciles que ha tenido que afrontar.

Su vida recobra sentido cada vez que asiste a sus controles odontológicos. Y es entendible, porque un odontólogo famoso y reconocido especialista de la ciudad con sentido humanitario, la recibe cariñosamente y se asegura que los resultados del procedimiento sigan siendo un éxito para la salud oral de Flor.

Desde entonces, Flor le sonríe a la vida, agradece su nueva prótesis dental que le permite disfrutar la comida y la anima a continuar su proyecto de vida en la granja del Centro de atención. Al despertar, disfruta del amanecer que ‘Sigifredo’, su ángel guardián, le muestra desde el cielo.
 

 
 
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