Las acciones de corazón que le ofrecieron una nueva vida digna y de calidad a don Laureano

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Bogotá, D.C., julio 25 de 2022. La mañana de los viernes para muchos da inicio al cierre de una semana de trabajo, logros, estudio entre otras actividades. Para Laureano Numpaque, habitante de calle desde hace más de 5 años, ese nuevo día, le traía la oportunidad de cambiar las pésimas e infrahumanas condiciones de vida que llevaba al interior de un ‘cambuche’ armado entre la maleza, basura y unos cuantos ‘harapos’ que para él mismo, como lo menciona, le daban algo de calor en las noches frías cerca de un humedal ubicado en la localidad de Suba.

Laureano, oriundo del municipio de Sotaquirá (Boyacá), y luego de perder casi a toda su familia, el destino lo trajo a Bogotá buscando alguna ayuda, la cual no encontró, dejándolo en las calles. Con más de 70 años de edad y con algunas fuerzas trataba de recordar un poco sobre su pasado, afrontando los vacíos que le han dejado el inicio del Alzheimer y los achaques de la vejez.

Laureano ha vivido en el sector de Tibabuyes en la localidad de Suba, en donde aprovechó para encontrar refugió gracias a la vegetación que le ofrecía el entorno de un humedal. Allí compartía sus días y noches en medio de cientos de trapos viejos, costales con algo de latas y cartón, que le servían para buscar algo de dinero en el reciclaje.

“A veces me reúno unos 5.000 pesitos que me ayudan para comer. Los vecinos me han dado de lo que tienen o logran conseguir, (refiriéndose a una familia migrante que apenas a unos 20 metros, comparten el mismo terreno de refugio). Yo me la paso por acá sin hacerle daño a nadie”, comentó Laureano, hombre tímido, de pocas palabras y quien no deja de demostrar lo débil que está su cuerpo y la falta de un buen descanso.

Allí, en ese lugar, apareció el primer ángel de la guarda de Laureano. En una zona aledaña al humedal vive Iván Felipe García, vecino y residente en el sector que todas las noches y madrugadas pasaba por el lugar cuando se disponía a llegar a su sitio de trabajo como supervisor de vigilancia. En uno de esos tránsitos percibió que alguien estaba dentro de la maleza, apenas identificaba que la persona podría ser hombre que estaba desamparado.

“Yo noto a Laureano como desde hace 10 días en la zona, luego de esos yo pasaba en las mañanas lo veía que necesitaba mucha ayuda. Le traje algo de comer en algunos momentos. Conocía sobre algunas personas como las del Banquete del Bronx y los servicios de la Secretaría Distrital de Integración Social, de allí mi interés de hacer contacto con ellos y poder hacer algo más por Laureano”, destacó Iván, un vecino solidario que emprendió todo un reto para lograr que este habitante de calle, tuviera un lugar digno para descansar y vivir.

En articulación con el Banquete del Bronx y la Tropa Social de Rescate de la Secretaría de Integración Social se logró llegar al lugar, llevando atención al ciudadano habitante de calle, garantizando la restitución de sus derechos.

Orlando Beltrán, director de la Fundación del Banquete del Bronx, recibió el llamado de la comunidad a través de Iván Felipe, quien escuchó la historia de Laureano y fue a partir de este momento que se ahondaron todos los esfuerzos para logra acudir al lugar y rescatar de las calles a esta persona mayor.

“Sabemos de todo el manejo y servicios que integración Social ofrece a los habitantes de calle y hoy con la Tropa Social, estamos acá, vamos a ver como se encuentra Laureano y trasladarlo a un hogar donde pueda estar bien; resguardado de la calle y en condiciones óptimas para su salud y bienestar”, destacó el director.

 

Un cambio de ‘look’ y una nueva vida

Para Laureano quien llevaba tiempo en el lugar, fue muy difícil salir de la zona. Por algunos momentos dudó, pensó y hasta se negaba a dejar lo que para él era su hogar. Incluso llegó a acuerdos con sus ángeles voluntarios para poder llevarse consigo algunos harapos y pertenencias en mal estado, pero que significaban, tal vez mucho para él.

“Llegamos al lugar, identificamos al señor Laureano Numpaque, quien debía ser trasladado a un centro de atención donde pudiera recibir alimentación, dormitorio, acompañamiento en su salud y bienestar; dignificando a este ciudadano a quien se ha identificado no tener redes de apoyo y su estado de salud viene empeorando por las pésimas condiciones donde habita”, destacó Julieth Cárdenas integrante de la Tropa Social de Rescate.

Así empezó un nuevo viernes para Laureano, quien con la ayuda de este ciudadano de corazón grande, el apoyo imparable entre las comunidades, fundaciones y el Distrito se pudo trasladar a este ciudadano al Centro Balcanes, alejándolo de las calles y de las condiciones de probables en las que se encontraba.

Con la llegada al centro de atención inició un nuevo cambio de vida y pensar para Laureano. Luego de un trayecto de más de hora y media desde la localidad de Suba a San Cristóbal, al sur de la capital, este ciudadano arribó a su nuevo hogar.

Allí se hizo una primera revisión en su estado de salud, algunas laceraciones y heridas de la calle sin mayor gravedad, pero toda la atención en torno al tema de la frecuencia de su Alzheimer y su avanzada edad, la cual no ayudaba mucho para una pronta recuperación.

Con un buen baño de agua fría, una suave afeitada para no seguir maltratando su deteriorada piel debido al frío y la lluvia, Laureano se sintió de nuevo vivo. Algunas sonrisas relucían mientras que, con la ayuda de la promotora social del lugar, se cambiaba de ropa y se peinaba, dejando atrás hasta un gorro viejo de lana que lo acompañó por muchas noches de frio.

Ahora vienen nuevos días para Laureano. El equipo psicosocial emprendió la ardua labor de identificar algún familiar, activar rutas para su vinculación al sistema de salud, y pronto poder acudir a unos chequeos médicos que dieran más información sobre el estado y bienestar mental y físico de este ciudadano habitante de calle, a quien a partir de ese momento, los viernes y nuevos días no iban a ser los mismos; la soledad y el frío cambiaban por un nuevo refugio con calor humano, amor y la oportunidad para volver a sonreír.