- Tras 45 años sumida en el consumo de drogas y de habitar las calles de Yopal y Bogotá, Darnelly decidió darse una nueva oportunidad.
- Después de su ingreso a la Comunidad de Vida El Rosario, sitio en el que viene retomando su sueño de emprendedora y anhela reconformar su vida familiar, junto a su pareja actual y sus cuatro hijos.
- Actualmente, la Secretaría de Integración Social cuenta con tres comunidades de vida (El Rosario y La Victoria en Sasaima y El Camino en Bogotá) que ofrecen atención en procesos de superación de la vida en calle y redes de apoyo para la inclusión social.
Bogotá, D.C., octubre 26 de 2022. Darnelly Yepes conoció las drogas en su preadolescencia, eran su refugio, luego del abandono familiar a los cinco años y, de ahí en adelante, su vida estuvo marcada durante 45 años por la calle, sus peligros, y su exposición al consumo hasta que decidió iniciar un proceso de superación de la vida en calle con apoyo psicosocial en la Comunidad de Vida El Rosario.
Es una mujer alegre, bogotana de corazón y trabajadora. Hace siete meses emprendió un nuevo rumbo en su vida luego de acceder a los servicios ofrecidos por la Subdirección para la Adultez. “La llegada hasta aquí fue un poquito complicada, la luché bastante”, señaló Darnelly al preguntarle cómo fue ese paso para ingresar a los programas de la Secretaría Distrital de Integración Social.
Darnelly intentó dejar de consumir sustancias psicoactivas en varias ocasiones, pero siempre desfallecía a mitad del proceso y lo abandonaba sin éxito. Durante 14 años vivió en Yopal, una época que -a su juicio- fue la etapa más estable de su vida porque finalizó su bachillerato, emprendió una microempresa de arequipe y construyó un hogar junto a dos de sus hijos, no obstante, un día volvió a consumir drogas y lo perdió todo.
De vuelta a Bogotá, su vida cambió una vez más, sus hijos fueron acogidos por el Instituto de Bienestar Familiar (ICBF), y comenzó a habitar la calle; se sumió en todo tipo de sustancias, olvidó sus motivaciones y dejó atrás los sueños que estuvo a punto de alcanzar. Recientemente, su hijo menor fue acogido por la mayor de sus cuatro hijos, quien ya es mayor de edad y al igual que el segundo hijo formó un hogar lejos de su madre; actualmente solo uno de sus sucesores continúa en el ICBF.
Ahora trabaja con la bisutería, estudia sobre la crianza de codornices para la producción de huevos y piensa retomar su vocación de empresaria con el apoyo de su novio, con quien ha planeado construir un hogar basado en el amor y trabajo en equipo.
Julián Cometa, trabajador social de la comunidad de vida El Rosario, destacó de Darnelly la entereza que tiene por demostrarle a sus compañeros que sí se puede progresar, porque el poder participar en áreas como el arte, el baile y la cultura son habilidades que demuestran su creatividad, talento y ganas de prosperar. Él manifiesta el gran placer que siente al contribuir con el proceso personal de esta mujer tan alegre y fuerte, “ella nos ha demostrado a todo el equipo su gran capacidad de adaptación y motivación frente a la mejora de algunos aspectos para poder mejorar sustancialmente su calidad de vida”.
A menos de cinco meses de finalizar este camino y junto a su pareja, que la acompaña en este renacer, expresó que “realmente vale la pena intentarlo, hay cosas que se nos han olvidado que son bonitas, como poder disfrutar de la vida, poder disfrutar de cosas chéveres, poder bailar, elevar una cometa o comerse una ensalada de frutas bien rica en una frutería”.
El apoyo psicosocial que ha recibido en la Comunidad de Vida El Rosario le ha permitido expresar mejor sus emociones, volver a soñar y confiar en sí misma. Hoy con una fuerte convicción envía un mensaje a quienes habitan las calles: “Démonos la oportunidad porque sí se puede, yo pensé que yo ya me quedaba así, ya no quería salir de las drogas porque me gustan mucho, pero no me gusta la vida en calle y creo que la vida en calle y la droga van de la mano”.
La vida de Darnelly está tomando un nuevo rumbo y la emoción con la que recalca su tranquilidad por haber tomado la decisión de dejar de habitar en calle la expresa eufóricamente al enfatizar: “La verdad estoy tan feliz de haber tomado la decisión y lo intenté y lo sigo intentando y quiero lograrlo, ¡sí se puede!, ¡Sí se puede!”
