Cuando conocí a Janeth me sorprendió esa vitalidad que desbordaba en cada palabra y cada movimiento suyo; me impresionó el compromiso y las ganas con las que trabaja con los niños, niñas y jóvenes con discapacidad
y esa fe e ilusión que pone en cada unos de ellos, en quienes descubre todas las posibilidades y las habilidades para ser artistas.
Se graduó siendo muy joven en artes y a los 19 ya estaba casada, era mamá y trabajaba como profesora de bachillerato; labor que realizó durante casi veinte años.
Ser docente de personas con discapacidad fue una maravillosa cita con el destino, pues comenzó en este camino cuando un día una amiga suya, que era psicóloga en una fundación, le contó que buscaba un profesional que cubriera el área artística pero no lograba encontrar a alguien con el perfil adecuado; así que Janeth que se encontraba en vacaciones se ofreció a cubrir por dos semanas las clases, hasta que encontraran al docente que buscaban; sin más largas inició su trabajo temporal, sin imaginar cómo cambiaría su vida; pues desde el primer día fue tanta la empatía que tuvo con sus nuevos estudiantes que después de recibir la propuesta de quedarse definitivamente, sin dudarlo decidió decirle adiós a su trabajo en colegio regular y entregar todo su conocimiento y experiencia a los chicos y chicas con discapacidad. Para ella tomar esta decisión no fue un asunto muy complicado, pues había comenzado a trabajar según sus palabras, con las personas más honestas, sinceras, amorosas, cálidas y sencillas que había conocido, personas que siempre tenían el corazón dispuesto a dar, y desde ese día hasta hoy ya son once años trabajando en los Centros Crecer de la Secretaría Distrital de Integración Social.
Para comunicarse con los niños, niñas y jóvenes con discapacidad ha creado un lenguaje particular, centrado en el desarrollo de la expresión corporal y facial y particularmente en los matices y el timbre de la voz, que usa para ganar su atención y concentración. En su primer año de trabajo en el Centros Crecer Tejares, recuerda especialmente a una niña con síndrome de down, que no se comunicaba ni participaba en las actividades. Con ella decidió conectarse a través de canciones y movimientos corporales, fue un trabajo largo y arduo, con una gran recompensa, pues logró que a final del año, la pequeña se tomara el escenario en el evento de clausura, bailara e hiciera fono mímica. La madre sorprendida con los avances, emotivamente le agradeció pues era la primera vez que su hija hacia algo así, esta experiencia ha sido una de las más simbólicas en el inicio de su labor.
La clave del éxito en el trabajo de Janeth quien actualmente trabaja en el Centro Crecer La Victoria, es exaltar las condiciones especiales de los niños, niñas y jóvenes que asisten, enfatizando sus fortalezas y viendo sus debilidades no como limitaciones sino como oportunidades, para aprovecharlas al máximo, involucrándolos en un trabajo conjunto de creación y de amor, donde cada uno tiene un papel ya sea en una obra de teatro o en una danza, sin importar si existen dificultades motrices o de lenguaje, en definitiva todo es más fácil cuando existen tantas ganas y esfuerzo y de eso hay de sobra. Todos los proyectos que emprende los realiza con el anhelo de verlos en un escenario y cuando esto se cumple, se llena de emoción porque sabe que es un logro, producto del empeño y el entusiasmo de cada uno de ellos.
Sus presentaciones son impecables pues no escatima esfuerzos para que todo sea perfecto. Debajo del escenario, tras bambalinas o escondida detrás de sus artistas, se le ve corretear, acomodar utilería, girar, sonreír, saltar, y hacer un montón de gestos porque es con la imitación de sus movimientos, expresiones y tonos de voz como dirige, en sus obras artísticas, a esos talentos maravillosos que provocan un desborde de emociones en todos los públicos que tienen el privilegio de verlos. Ella misma confiesa que con cada presentación “se le hace un nudo en la garganta, se le estrecha el pecho y se le agua el ojo” porque sabe el significado y el valor que tiene cada puesta en escena.
Una de las cosas más gratificantes es la felicidad de las familias al ver a sus pequeños cantar, bailar, actuar, y ser protagonistas, pues para muchos el descubrimiento de un lado artístico que desconocían es un motivo de orgullo. Disfrutan con el corazón un espacio donde ven a sus hijos, nietos y hermanos, incluidos, plenos y vitales.
Infortunadamente también existen situaciones excepcionales en las que algunos padres prohíben la participación de sus hijos en obras de teatro o bailes por sus creencias religiosas, así que ella para no entrar en contradicción con los deseos de aquellos familiares que se mantengan en su posición, aún después de intentar disuadirlos con toda clase de argumentos, los incluye únicamente en los ensayos, como ultimo mecanismo no solo para hacerlos participes, sino para animarlos a creer en ellos y en su talento.
Su ultima puesta en escena es “El Circo”, los retos aquí no son solo estimular la actuación, la coordinación y la memoria, el reto mayor es incluir a los pequeños que tienen un alto porcentaje de dependencia, aquí no hay diferencias todos son artistas y todos se divierten por igual. Este acto que he tenido oportunidad de presenciar en tres ocasiones y con públicos distintos es simplemente inspirador y la mejor representación de la grandeza y la voluntad humanas. Su filosofía de vida es ser una mejor persona cada día, ser diferente en sus actuaciones, en los que dice y lo que piensa, nunca del montón, porque solo lo mejor es lo que ella quiere trasmitirle a sus niños, niñas y jóvenes con discapacidad, sabe que en la alegría de sus ojos y en la fe que deposita en ellos, se fundamenta su trabajo y siente gran satisfacción en ello.
Cuando le pregunto qué le hace falta por hacer, sin dudar me contesta que todo, que hay mucho por hacer, muchas metas por concretar y se apasiona hablándome de lo gratificante que es cada aprendizaje adquirido, de la alegría que experimenta por cada dificultad que superan con valor y de cómo se llena de esperanza con sus logros.
Hoy la Secretaria Distrital de Integración Social a través del trabajo comprometido de sus profesionales avanza en la realización de derechos desde la inclusión y la diversidad, promoviendo más y mejores condiciones para las personas con discapacidad y sus familias. Cada niño, niña y joven con discapacidad es un hermoso milagro y con su trabajo en el Centro Crecer La Victoria, Janeth espera dejar una huella importante en cada uno de ellos, porque ella es sin duda, una verdadera maestra transformadora de vidas.
Por: Vivian Y Rueda B.
Referente de Comunicaciones
Subdirección Local de San Cristóbal