- Como una mezcla entre una clase de biología, una clase de cocina y un gran compartir entre compañeros y amigos, se puede describir a la actividad “Comprendiendo la molécula de la vida”.
- La actividad busca promover los buenos hábitos alimenticios en los ciudadanos y ciudadanas habitantes de calle, pues una buena alimentación influye en su salud física, mental, previene enfermedades y mejora su estado anímico.
- La alimentación puede ser interpretada como una molécula, pues es una pequeña partícula que tiene todas las propiedades físicas y químicas de una sustancia que es la vida.
Bogotá, D.C., mayo 11 de 2023. Un refrán bastante popular afirma: “La vida está en la muela”, y quizá entendiéndose como una invitación a que se debe comer bastante para tener una buena salud, en realidad lo que significa es que se debe tener una buena alimentación, balanceada, con proteínas y nutrientes para contar con una salud óptima y, precisamente, eso es lo que buscaba enseñar la actividad "Comprendiendo la molécula de la vida".
Un ejercicio, en el que al mejor estilo de una clase de cocina y de un buen compartir, los ciudadanos y ciudadanas habitantes de calle que fueron al Castillo de las Artes, algunos que forman parte del hogar Comunidad de Vida El Camino, del hogar de paso La Sabana y del hogar de paso Mártires, pasaron un momento lleno de unión, risas y buena convivencia, mientras participaban en una actividad que buscaba invitarlos a tener una alimentación balanceada.
La actividad fue dirigida por docentes de la Secretaría de Educación y formó parte de la estrategia Cipreia, de manera que con esta se busca contribuir a los procesos individuales y sociales de los ciudadanos y ciudadanas habitantes de calle, a través de una buena alimentación y todas sus implicaciones en cuanto a la salud física, mental y emocional.
Además, en medio de la actividad, algunos participantes analizaban desde la comida, cómo habían cambiado sus vidas, pues manifestaban haber aguantado hambre en un pasado y comer lo que fuera casi que, por sobrevivir, pero ahora aparte de contar con 3 comidas al día, también “podían darse el lujo” de identificar todo lo que estos alimentos les iban a aportar en su organismo.
De manera que, teniendo en una mesa algunos lácteos, embutidos, frutas y pan, los participantes de la actividad, debían identificar las proteínas de los alimentos, su composición y hacer un análisis general de su estructura biológica y molecular por medio de una extracción del ADN, es decir, toda una serie de ejercicios que transformaron la actividad como si estuvieran en un compartir y en un laboratorio.
Augusto Cely, un ciudadano habitante de calle que participó del taller en el Castillo de las Artes, afirmó: "La actividad fue muy interesante, son de esas en las que uno aprende cosas importantes para la vida y comparte un momento agradable con los compañeros, de esas actividades que uno se goza de principio a fin, y uno se da cuenta de todo lo que nos pueden aportar algunos alimentos por encima de otros, y eso es importante para nuestra salud”.
Ricardo Sánchez, un ciudadano habitante afirmó: “La actividad fue muy buena porque nos incentiva a mejorar nuestros hábitos alimenticios y nos da lecciones valiosas para la vida, es un conocimiento que hoy adquirimos y que mañana podemos enseñarles a nuestros compañeros para también ayudarlos a mejorar su salud”.
Esta actividad fue de vital importancia y tuvo una buena participación, pues muchas veces al tratarse de un ejercicio académico, suele ser común pensar en asignaturas teóricas como matemáticas, ciencias naturales o ciencias sociales, pero pocas veces se tiene en cuenta la salud desde el ámbito de la alimentación y muchas veces pasa a un segundo plano todo el bienestar físico, mental, la prevención de enfermedades y el buen estado anímico que pueden generar una buena alimentación.
