Han tenido tiempo de ver la preparación de las diferentes actividades que la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) y el equipo de la estrategia ‘Atrapasueños’, de la Secretaría Distrital de Integración Social (SDIS), han preparado para la jornada de cierre con familias víctimas o afectadas por el conflicto armado. 

 

Se dirigen con seguridad al fondo del coliseo del parque ‘El Tunal’ donde se han dispuesto varias hojas, colores y escarchas. “De las actividades que siempre hay en estos encuentros, la que más nos gusta es la de colorear. No sé por qué, pero estar los tres pintando nos trae paz”, dice John Freddy, un hombre de 28 años, quien hace tres años tuvo que salir del Urabá, su tierra natal, por problemas de seguridad. “¡Me iban a matar! Y frente a eso, ¿qué más se hace?”, asegura mientras recuerda que en el momento de salir de su tierra, su esposa estaba en embarazo.

 

“Mi hija nació aquí, pero es una desplazada más. Nunca hubiéramos querido salir de dónde ya teníamos planes para el futuro”, comenta la esposa de John. 

 

Según el Sistema de Información de Víctimas de Bogotá, más de 54 mil niñas, niños y adolescentes víctimas o afectados por el conflicto armado residen en la ciudad. Se encuentran principalmente en las localidades de Ciudad Bolívar, Bosa, Kennedy, Suba, San Cristóbal y Usme provenientes de todo el país. Por tal razón, el Distrito, y la Secretaría Distrital de Integración Social, a través de la subdirección para la Infancia, han fortalecido la estrategia ‘Atrapasueños’ como respuesta institucional que articula acciones y actividades de acompañamiento para reconocer sus potencialidades, garantizar sus derechos y abordar las necesidades y problemáticas, desde la posibilidad del diálogo, escucha, construcción y fomento de experiencias de resignificación de las vivencias en medio del conflicto armado. 

 

“Es una estrategia que busca articular acciones y actividades con el objetivo de aportar a la reparación integral y así garantizar la vivencia plena de los derechos de las niñas, niños y adolescentes desde el desarrollo de procesos de identificación, caracterización, promoción, atención integral y restablecimiento de derechos”, afirma Alexandra Niampira, profesional de enfoque diferencial de Integración Social.

 

Hoy la familia de John se siente contenta. No están en su tierra, Urabá, pero han podido echar raíces. “Estos tres años han sido duros, pero no hemos estado solos. Hemos tenido el acompañamiento de las instituciones y de la Secretaría de Integración para que nuestra niña tenga las garantías que todos los niños deben tener. Ya iniciamos un plan de ahorro para una casita y ya pensamos en un futuro acá”, asevera John mientras llama a su hija y su esposa para ir a la actividad final dónde se sentarán con las demás familias alrededor de una mandala hecha con granos de arroz, maíz, cebada, frijol y alrededor de la cual se leerá un cuento que ha sido escrito por todos y todas a lo largo del año. John Mira a su esposa y le susurra: “Ya sabemos cuál es el final, es feliz”.

 

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