- Personas en alto riesgo de vulnerabilidad, no solo reciben una comida caliente, sino prevención de enfermedades de trasmisión sexual, toma de peso y talla, educación alimentaria y nutricional.
- Gracias a una alianza con las Secretarías de Salud y Ambiente, entre otras, los beneficiarios de los comedores reciben atención integral.
- El comedor Santa Bárbara, al igual que los otros 114, ubicados en toda la ciudad, opera normalmente, proporcionando el 40 % del mínimo nutricional a más de 45.000 personas.
Bogotá, D.C., febrero 14 de 2024. Entre 6 y 8 miembros uniformados conforman la barrera de seguridad que custodia la puerta de acceso al comedor comunitario Santa Bárbara, una de las 115 instalaciones que proveen alimentación a los sectores más vulnerables de Bogotá.
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Para acceder a la Calle 6 C No 7ª 03, que forma parte de las casas de estilo neoclásico, mayoritariamente consideradas patrimonio cultural, es necesario cumplir con los protocolos de control establecidos por los integrantes del batallón Guardia Presidencial. Este mecanismo se implementa como medida preventiva ante posibles situaciones de riesgo.
De esta manera, el comedor se posiciona como uno de los lugares más resguardados de la ciudad, al encontrarse en las proximidades del batallón, detrás del emblemático edificio del Ministerio de Hacienda y a solo una cuadra de la residencia oficial y sede principal de trabajo del presidente de la República, la Casa de Nariño. Más de 3.000 funcionarios y personalidades son respaldados y custodiados por un contingente que supera las 1.400 personas, entre oficiales, suboficiales, soldados y civiles.
El comedor tiene una capacidad para 200 cupos, de los cuales 199 personas asisten de lunes a viernes, entre las 10:30 a.m. a las 3:00 p.m. y los sábados hasta la 1:00 p.m. a recibir un alimento caliente. La mayoría son personas entre los 80 y los 85 años, gran parte en riesgo de habitabilidad en calle.
“No es solo una comida caliente diseñada para cubrir el aporte de energía y nutrientes que requieren nuestros beneficiarios, sino contamos con nutricionistas dietistas que realizan la toma de peso y talla, educación alimentaria y nutricional, y un seguimiento a la calidad en la preparación de los alimentos. Con la Secretaría de Salud fortalecemos las rutas distritales de atención a la desnutrición, problemáticas poco atendidas como esquizofrenia, autismo, déficit cognitivo y otras enfermedades básicas como la diabetes, la hipertensión y, en ocasiones, el apoyo con algunos elementos para personas con discapacidad que no tienen la forma de conseguirlo”, destacó el neurólogo clínico, Maicol Yesid Rodríguez González, responsable del comedor.
Con respecto a las actividades donde se fortalecen las capacidades y habilidades de las personas que asisten al comedor, Kelly Julieth Sierra Cuellar, profesional social del comedor comunitario encargada del manejo de la inclusión social informó que “manejamos un tema de agricultura urbana, imaginarios socio culturales, un programa que se llama cocinando en familia y nos encargamos de hacerle acompañamiento a los beneficiarios para poderles indicar rutas o que hacer para lograr sus citas médicas, o asesorarlos en todos los temas de salud para lo cual les hacemos acompañamiento y articulación con otras entidades en busca de su mejor calidad de vida”.
En el comedor comunitario Santa Bárbara se llevaron a cabo diversas actividades lúdico-pedagógicas, en las cuales los usuarios participaron en charlas y pruebas relacionadas con enfermedades de transmisión sexual, cáncer de seno, cáncer de próstata y hábitos saludables.
La psicóloga Claudia López Prada de la Sud Red Centro Oriente, integrante del Centro de Escucha Habitante de Calle indicó: “Hacemos actividades lúdico-pedagógicas como factores protectores para personas que habitan en calle o en riesgo de habitarla, prevención de consumo en sustancias psicoactivas, manejo de emociones, salud mental, asegurabilidad y seguimiento a cada persona con problemas de salud, así como pedido de ambulancia, entre otros”.
Las charlas y pruebas resultan ser excelentes medidas preventivas en salud y valiosas oportunidades de aprendizaje, especialmente para las personas mayores. Leslie Catherine Solís González, habitante del barrio Las Cruces y beneficiaria del comedor comunitario, elogia el servicio y destaca su importancia como una fuente de aprendizaje.
“El servicio es excelente, una gran ayuda, no comíamos, sino en la mañana y la noche, y hoy me acompaña la abuela de 62 años y mi hermana, quienes ven muy importante y curioso lo de los talleres, pero es algo que nos sirve como aprendizaje”, destacó.
Por su parte, Ana Alejandra Galindo y María Guillermina Saldaña Bernal, residentes del barrio Santa Bárbara, expresó su gratitud por los múltiples beneficios del comedor comunitario, que va más allá de ser simplemente un lugar para consumir alimentos. Alejandra resalta la diversidad de actividades ofrecidas, desde buenos hábitos hasta manualidades de convivencia, redes de apoyo y una educación integral sobre el manejo adecuado de la sexualidad.
María Guillermina, acompañada de sus nietas, elogia el trato y el servicio del comedor, reconociendo la importancia de realizarse pruebas, incluso si no tiene relaciones sexuales, ya que amplía su conocimiento sobre diversas enfermedades.
En conclusión, el comedor Santa Bárbara, al igual que los otros 114 ubicados en toda la ciudad, opera normalmente, proporcionando el 40 % del mínimo nutricional a más de 45.000 personas.
