• 400 personas del barrio Laureles reciben una comida nutritiva y caliente de lunes a sábado, entre las 10:30 a.m. y las 3:30 p.m.
• Como el de Maryland, otros 16 comedores comunitarios abrirán próximamente en Bogotá.
• La estrategia Bogotá sin Hambre 2.0 sigue fortaleciendo la seguridad alimentaria de la ciudad.
Bogotá, D.C., abril 13 de 2025. Cada mañana, puntuales y sonrientes, tres pequeñas hermanas llegan en motocicleta al comedor comunitario Bosques de Maryland, en el barrio Laureles de Bosa. Dulce María, María Luciana y María Ángel son conocidas por todos los beneficiarios: su ternura, energía y alegría son contagiosas. Las acompaña su padre, Jonathan Sogamoso, un hombre comprometido y agradecido, quien ha hecho del comedor parte de su rutina diaria.
“Es una linda familia. Jonathan es un padre juicioso y muy cumplido. Él siempre se asegura de que las niñas coman con tranquilidad, sin desperdiciar ni una cucharada. Su presencia se siente y alegra a todos”, comenta Sandra Arévalo Romero, coordinadora del comedor.
Para esta familia, el comedor es mucho más que un lugar donde recibir un alimento. Es un espacio seguro, digno y cálido, que se ha convertido en parte esencial de sus días. Allí reciben el primer alimento del día, que es también el más esperado. Después de desayunar, Jonathan emprende el camino hacia el colegio, donde sus hijas cursan transición, primero y tercer grado.
En el comedor Bosques de Maryland, cerca de 400 personas disfrutan diariamente de una comida balanceada y caliente. Personas mayores, niños y niñas, personas con discapacidad y trabajadores informales encuentran en este espacio no solo alimento, sino también compañía y sentido de comunidad.
“El comedor es como una gran familia. Muchos de nuestros beneficiarios son adultos mayores, incluso algunos de más de 90 años, que vienen no solo por la comida, sino también por la conversación, por el afecto. Aquí todos se sienten bienvenidos”, afirma Arévalo.
Este comedor es parte de la estrategia Bogotá sin Hambre 2.0, impulsada por la Secretaría Distrital de Integración Social, que busca reducir la inseguridad alimentaria y garantizar que ninguna persona en la ciudad se acueste sin comer. La meta para 2027 es ambiciosa: reducir de 4,2 % a 2,2 % el índice de inseguridad alimentaria grave en Bogotá.
Para lograrlo, en 2024 se amplió la red de comedores comunitarios a 117 unidades y, antes de junio de este año, se abrirán otros 16 comedores, para un total de 133 unidades operativas, en cumplimiento del Plan de Desarrollo.
La historia de Jonathan y sus hijas refleja el impacto transformador de estos servicios. “Llevamos seis meses viniendo al comedor, y no solo nos dan una comida muy buena, también nos reciben con cariño. Estoy agradecido”, asegura Jonathan, mientras se despide rumbo al colegio.