Secretaría Distrital de Integración Social

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Los Hernández, la familia que renació entre las cenizas

 
El pasado 19 de abril quedó marcado en el calendario de la familia Hernández. A las 9:30 de la mañana de ese día, un incendió les quitó casi todo lo material que tenían y un par de gatos que adoraban. A pesar de esto, se consuelan al pensar que por lo menos siguen con vida, y sobre todo, con ganas de salir triunfantes de esta dura prueba del destino.

Todo comenzó con un corto circuito en una de las habitaciones del apartamento que desde hace 10 años comparten Cristina Hernández y dos de sus hijos, en el barrio Galicia de la localidad de Ciudad Bolívar en el sur de Bogotá.

La chispa que precipitó la emergencia ocasionó que en pocos minutos las llamas consumieran las cortinas, camas, ropa, electrodomésticos y todo lo que encontró a su paso.

Por fortuna, Cristina, la mujer cabeza de hogar y sus hijos Karla Michell y Rafael Alejandro no se encontraban en casa. Sin embargo, Niño y Óscar, los gatos que los acompañaban desde hace varios años, no corrieron con la misma suerte y fueron las víctimas de esta historia cuando una humareda negra los asfixió intentando escapar por las ventanas.  
  
A los pocos minutos del suceso los vecinos alertaron a las autoridades, quienes de inmediato activaron las acciones de atención. Las marcas que dejaron las herramientas en  la puerta de la edificación son la muestra del esfuerzo que hicieron los bomberos para poder ingresar. Cada minuto que se pierde es vital para salvar vidas y disminuir la tragedia.

Una realidad inevitable

Cuando Cristina regresó de su trabajo como vendedora ambulante de morcilla en las inmediaciones del Frigorífico Guadalupe, a unas diez cuadras de su casa, solo pensaba en sus hijos y en lo catastrófico que hubiera sido para ella que alguno hubiera muerto. Lo único que encontró al volver fue el producto de años de trabajo hechos carbón y a los animales tendidos, luego de luchar por salir.

“Yo sé que lo que perdimos es mucho, pero no importa porque poco a poco vamos a recuperarlo todo. Soy positiva porque gracias a la colaboración del Distrito y las ayudas de mis vecinos, cada vez mi casa tiene mejor cara”, narra esta bogotana de 42 años.

A pesar del infortunio, ella identifica este traspiés como una oportunidad de aprendizaje para todos: “nunca dejemos solos a los niños en las casas, nunca”, reflexiona mirando a sus hijos.  
 
Apenas ocurrió el hecho, el caso tuvo la atención de las entidades distritales. A la respuesta inicial de Bomberos de Bogotá, le siguieron la asistencia de la Alcaldía Local y la Secretaría Distrital de Integración Social, a través del equipo de Gestión del Riesgo que gracias a la labor de su referente local brindó el apoyo inicial con kits de aseo, ropa, colchonetas y un bono canjeable por alimentos para esta familia.

A partir de allí Cristina inició el plan de reconstrucción de su hogar. De todas las adversidades de su vida había salido avante y esta vez no iba la excepción. Por eso, apenas se apagaron las llamas y el susto se pudo controlar, comenzó para los Hernández una nueva etapa. La solidaridad de sus vecinos es quizá uno de los impulsos más grandes para seguir, señala con insistencia.

Mientras llega de la ferretería, su lugar más visitado por estos días, Cristina cuenta que gracias a las donaciones de los vecinos, su apartamento ya tiene techo y empieza a adquirir otra forma con cada mano de pintura que se aplica a las paredes negras, la limpieza de todos los rincones y el retiro de escombros. Incluso hay vecinos que la apoyan de tiempo completo instalando, limpiando, o simplemente acompañándola.  

Lo que sigue

Por ahora ella y sus hijos viven en casas de familiares. En el ambiente aún se perciben las partículas y el olor a material achicharrado que dejó el incendio y por eso no es saludable que habiten esta vivienda que adquirieron gracias a un subsidio que les entregó el Distrito.

Una nueva visita del equipo de Gestión de Riesgo de la SDIS verificó las condiciones de esta familia, que ahora cuenta con un subsidio de arrendamiento del Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático- IDIGER-, para garantizar su seguridad física mientras se establece si el predio tiene daños estructurales.

Cristina, Karla y Rafael quieren volver lo antes posible a la normalidad de sus labores. Karla como agente de call center en una empresa española, Rafael como estudiante de séptimo grado de bachillerato en un colegio distrital, y Cristina que no puede descuidar su negocio de fritanga, donde en promedio se gana 25 mil pesos diarios para sostener su hogar. 
  
La asistencia humanitaria de esta familia no hubiera sido posible sin el trabajo articulado de las entidades distritales y, específicamente del grupo de Gestión del Riesgo de la Subdirección para la Identificación, Caracterización e Integración de la SDIS, que en el primer trimestre de 2016 atendió a 463 personas que conforman 163 hogares en 11 localidades de la ciudad. 
 
 
 
 
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