• Marisol encuentra apoyo en la Casa LGBTI Diana Navarro y en el Centro de Atención y Desarrollo de Capacidades para Mujeres Habitantes de Calle.
• Estos espacios han sido claves para su crecimiento personal y reintegración en la sociedad.
Bogotá, D.C., agosto 14 de 2024. Marisol Villa nació en Neiva, Huila, en una familia de cinco hermanos. A los cuatro años perdió a su madre, Soledad Álvarez, una pérdida que marcó profundamente su vida. Su padre, Hernando Villa, intentó mantener viva la memoria de su esposa conservando sus prendas, y fue a través de esas prendas que Marisol comenzó a descubrir su identidad de género.
Sin embargo, la vida no fue fácil para ella ya que desde los 12 años enfrentó situaciones de discriminación en su propio hogar, particularmente con la llegada de una madrastra, lo que la llevó a huir de casa y buscar refugio en las calles.
Su infancia fue difícil, marcada por la soledad y el rechazo “aprendí a manejar los tiempos de la soledad”, recuerda Marisol, quien encontró en esos momentos una conexión profunda con la lectura y la escritura.
Durante su adolescencia vivió en diferentes ciudades, incluyendo Pereira, donde una amiga le brindó apoyo en su proceso de transición.
Marisol siempre mostró un espíritu colaborador y luchador, pero las calles de Cali la sumieron en situaciones de violencia urbana que la dejaron sin hogar. Fue en Bogotá, en el barrio Santa Fe, donde encontró su primer refugio en la capital.
Allí conoció los teatros y las calles del centro, especialmente la Plaza Bolívar, la séptima y la Biblioteca Luis Ángel Arango, lugares que le ofrecieron momentos de escape y reflexión.
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Para Marisol, inicialmente la Fundación Santa María jugó un papel crucial en su transición, brindándole el apoyo necesario para dejar las calles atrás.
Desde hace 11 meses, su vida cambió radicalmente, pues decidió tomar las riendas de su destino e iniciar un proceso de en el Centro de Atención y Desarrollo de Capacidades para Mujeres Habitantes de Calle de la localidad de San Cristóbal, un espacio destinado a brindar atención a mujeres que, como ella, han vivido en las calles.
En este lugar se levanta diariamente a las 5:30 a.m., se arregla y disfruta de una aromática antes de asistir al espacio "Inspiro", donde junto con los promotores y profesionales comparte 15 minutos de reflexión y motivación. Después, participa en talleres donde aprende habilidades como pintura, didáctica, emprendimiento y superación personal.
El camino no ha sido fácil, pero Marisol siempre ha demostrado seriedad y transparencia en su proceso. "Después que hice mi proceso, al mes me fueron soltando poco a poco, me fui ganando la confianza y empezamos a demostrar nuestro cambio", comenta con orgullo.
Adicionalmente, ella acude a la Casa LGBTI Diana Navarro, ubicada en carrera 14 Bis #21-10 en la localidad de Los Mártires, allí encontró un espacio seguro donde ha recibido orientación psicosocial y jurídica, además se integró en redes de aprendizaje como la “Huerta Diversa” en donde además de entrar en contacto con la naturaleza, es una alternativa para el desarrollo de habilidades y potencialidades que contribuye a mejorar su calidad de vida. Otro espacio importante para ella es “La hora del té”, encuentros han sido clave en su crecimiento personal.
Luis Alejandro Quintero, trabajador social de la Casa LGBTI, comenta: "Nos unen sentires en estos espacios y compartimos emociones que nos movilizan y nos hacen creer que es posible crear desde el territorio".
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A sus 59 años, Marisol sueña con un futuro mejor para ella y para otras personas en situaciones similares. Desea crear una fundación que llamaría "Las Florecitas de Marisol", un lugar donde aquellas personas que han vivido en las calles puedan encontrar un refugio sincero y real.
Marisol piensa en una vejez digna, con buena salud, y espera poder conseguir los recursos necesarios a través de organizaciones internacionales y sus pares.
Ella es un ejemplo viviente de que, a pesar de las adversidades, es posible salir adelante y encontrar un propósito en la vida. Su historia es un testimonio de resiliencia y esperanza, inspirando a las nuevas generaciones a luchar por un reconocimiento digno y a vivir la vida con buenos ojos.
Como ella misma dice, “siempre he tenido la iniciativa de hacer las cosas", y es esa iniciativa la que ha transformado su vida, permitiéndole encontrar la luz en medio de la oscuridad.