Secretaría Distrital de Integración Social

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Los hermanos Borrero Mosquera, del infierno a La Victoria

 

 

  • Con el compromiso de cumplirle a su familia y a la sociedad, los hermanos Santiago y Juan Pablo asisten a los procesos de recuperación de hábitos de vida y recorren un camino para desprenderse, definitivamente, del consumo de drogas en el hogar de vida La Victoria de la Secretaría de Integración Social, ubicado en Sasaima, Cundinamarca.
  • Ambos tomaron la misma decisión: Vivieron el infierno del consumo de las drogas y, hoy en día, dedican su tiempo a cultivar la tierra, a realizar manualidades y orar para que, quienes viven las mismas circunstancias, ingresen a procesos sociales, liderados por personal cualificado.   

 

Bogotá, D.C, septiembre 15 de 2022. Después de 20 años recorrer las calles bogotanas, sumergidos en las drogas y en la delincuencia común, los hermanos Borrero Mosquera decidieron darse una nueva oportunidad, tras comenzar un proceso en los hogares de la Secretaría Distrital de Integración Social, dedicados a la atención de los habitantes de calle.

Gracias a la invitación hecha por los promotores que, a diario recorren las calles de la ciudad, el primero que dio un paso al frente para tomar la decisión de internarse fue Santiago e ingresó a un proceso de desintoxicación en el hogar de paso La Sabana y, posteriormente, se trasladó a un espacio rural a cargo de Integración Social, en el municipio de Sasaima para la recuperación y reintegración de los habitantes de calle.

Mientras Santiago lograba adaptarse a su nueva realidad en el hogar de vida La Victoria de Sasaima, su madre trataba de convencer, a punta de argumentos, a su otro hijo, Juan Pablo para que ingresara al proceso en la misma finca y, allí, reunirse con su hermano menor.

Como si el destino los hiciera compartir igual suerte, Juan Pablo ingresó también al hogar La Sabana y, el pasado 22 de julio, empacó maletas para cumplir su sueño de viajar a la finca La Victoria para su tan anhelado reencuentro con Santiago.

A tan solo dos meses de este reencuentro, las vidas de los hermanos han tenido una serie de cambios, a través de las diferentes actividades se enfocan en ser ciudadanos de bien para la sociedad, a cultivar la tierra, en caso de que decidan   emprender un futuro negocio en la ruralidad o salir a cultivar la tierra en fincas de la región.

 

Adicionalmente, reciben capacitación por medio de talleres en los que les enseñan a trabajar la madera, las artesanías, a mejorar sus habilidades comunicativas para fortalecer vínculos con sus compañeros y a mejorar su interacción con ellos.

El aferrarse a Dios y el agradecerles a los promotores, encargados de su formación y a la Secretaría de Integración Social por la oportunidad “de salir de las tinieblas”, ha sido para ellos y para sus familias, especialmente para su madre, una gran bendición que se traduce en una enorme tranquilidad en la familia.

Actualmente, Santiago cursa décimo grado y su hermano el último, estudios que alternan con los cursos del Sena sobre manualidades y manillas. Para los hermanos Borrero Mosquera, lo más importante de este proceso, es su crecimiento como seres humanos “porque hay un grupo de profesionales que nos guían día a día y nos están enseñando a ser personas útiles nuevamente para la sociedad”, dicen.

“Estamos muy felices de iniciar una vida diferente ya que aquí nos tratan muy bien y tenemos muchas cosas por aprender, en el poco tiempo ya aprendimos a hacer lámparas, las botellas con los barcos, las pulseras”, señalaron estos dos hermanos, quienes hace poco recibieron con alegría la visita y las palabras de aliento de su señora madre.

Juan Pablo, el último en ingresar, indicó: “Estas actividades son muy reconfortantes, interactuamos con los compañeros y aprendemos a dominar las ansiedades, las caminatas por los senderos que hay y la magnitud de la naturaleza, el deporte que practicamos esto es un paraíso y queremos invitar a los muchachos de la calle a que realmente se den una oportunidad y se quiten la venda de los ojos”.

 

Estos dos jóvenes hicieron un llamado a quienes se encuentran en situaciones similares para que busquen ayuda, y recordaron las palabras sabias de su profesor Leonardo: “En la vida esto no es fácil, vienen las dificultades y parte del paisaje son los días grises, todo no es color de rosa”.

En este espacio, la fe de los dos se ha consolidado a través de las oraciones por los que están en el hogar para que aprovechen su tratamiento, y por lo que se fueron para su pronto retorno. “Lo que pasa aquí es que hay mucha gente que no toma el proceso en serio y nosotros tenemos 33 y 34 años, y la vida se nos fue en un soplo, pero, afortunadamente, hay tiempo para recuperar lo perdido”, manifestaron los hermanos Borrero.

“Nuestros sueños como hermanos es salir a trabajar para no dar un paso atrás, aprovechar todas las herramientas que nos brindan aquí para montar una microempresa, pero no queremos regresar a Bogotá, debemos tener en cuenta cómo le ayudamos a nuestra mamita y, con la ayuda de Dios, formar una familia cada uno”, concluyeron Santiago y Juan Pablo, al calificar de paraíso su estadía en este servicio de Integración Social.

 

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