• Mónica Liliana Correa encontró en el comedor comunitario Veracruz una oportunidad para mejorar su calidad de vida y la de su familia. Ahora contribuye al bienestar de poblaciones vulnerables a través de su trabajo diario.
Bogotá, D.C., febrero 3 de 2025. A las cuatro de la mañana, Mónica Liliana Correa Gómez ya está en pie. Su rutina empieza con los preparativos para que su hija Emilie Lizet pueda ir al colegio bajo el cuidado de su abuela. Luego, se alista y emprende su recorrido desde Bosa hasta el comedor comunitario Veracruz, ubicado en pleno centro de la ciudad, donde, junto a sus compañeras, cocina diariamente para 300 personas que dependen de este servicio.
Su vida tuvo un cambio inesperado hace un tiempo. Pasó de vender tintos en las calles de su barrio a tener un empleo estable en la Secretaría Distrital de Integración Social. “Me siento muy feliz por esta oportunidad que me han brindado”. Yo fui vendedora informal y hoy tengo estabilidad laboral que me permite brindarle estabilidad a mi familia y puedo salir adelante con mis cuatro meses de embarazo”, dice Mónica.
Su gratitud no solo la tiene por el empleo, también por el apoyo que la entidad le dio en momentos difíciles, como cuando su hija tuvo problemas de nutrición y la entidad le entregó un mercado mensual para ayudar a mejorar su alimentación. “Estoy muy agradecida y feliz en el comedor, porque ayudar es muy bonito, sabiendo que los beneficiarios son personas vulnerables y personas mayores que no tienen más apoyo que esta comida, y es bonito poderlos ayudar también”.
Mónica es una de las muchas mujeres que, con su esfuerzo, hacen posible el funcionamiento de los 117 comedores comunitarios de la Secretaría Distrital de Integración Social. A diario, estas unidades brindan alimento a personas en situación de vulnerabilidad, garantizando una alimentación adecuada como parte de la estrategia Bogotá sin Hambre 2.0.
Este año, Integración Social abrirá 16 nuevos comedores y seguirá avanzando en la meta de habilitar 50 espacios adicionales, reforzando el compromiso de mitigar el hambre en la ciudad.
El trabajo de Mónica no solo le ha permitido salir adelante, sino que también le da sentido a su día a día. Saber que su labor impacta directamente en quienes más lo necesitan la motiva a seguir adelante. Y en cada plato que sirve, hay un poco de su propia historia: una historia de esfuerzo, superación y solidaridad.