Es una pareja compenetrada en todos los sentidos, me los encuentro cogidos de la mano en el comedor Lourdes en pleno corazón de Chapinero en donde un torbellino de gente camina entre los restaurantes,
ventas de electrodomésticos, compraventas y olores de todo tipo que penetran el olfato y en donde cada espacio es un tesoro al que hay que exprimirle toda su potencialidad porque cada puerta conduce a un negocio diferente. Allí van ellos camino al comedor que en medio de la cuadra se pierde entre tantas puertas, amplio, limpio y de dos plantas, el Lourdes está de bote en bote, de participantes del servicio, se saludan, se dan palmaditas en los hombros y siempre con una palabra agradable enfrentan el encuentro diario con la realidad.
“Este ambiente que vivimos aquí, no crea que siempre fue así, ha cambiado muchísimo, con el ejemplo generamos un ambiente propicio. Hay veces que hablamos con ellos sobre su situación personal porque a todo el mundo el gusta contar con alguien que le de apoyo , no andamos convirtiendo a nadie, ni tenemos iglesia, entonces simplemente de corazón a corazón, ganando la amistad con saludos, así hemos logrado cambios, sin hacer diferencias , ni grupitos, todos se fueron dando cuenta y hoy se acercan a nosotros, se ha replicado el buen comportamiento y ha servido para bajar índices de violencia, porque hubo casos en que se pegaban ahí mismo. Hoy esas conductas son muy censuradas, ahora proceden diferente”, comenta Orlando Liñán.
Por recomendación de una amiga llegaron al comedor. “Aquí hemos puesto en práctica todo nuestro saber espiritual, te pongo un ejemplo: ¿a ti con quién te agrada estar con las personas que te critican o con las que te apoyan? Todos necesitamos recibir ternura y abrazos, eso se ha perdido, hay que encontrarle salida a las situaciones porque sino te quedas repitiendo y relamiendo tus propios errores”. Actitud que comparten en la cotidianidad en el comedor Lourdes de Chapinero.
El ruido del ambiente amortigua sus palabras y decidimos que otro día seguiríamos con la entrevista. A la hora del almuerzo los participantes van llegado a ocupar sus mesas, saludan y suben a hablar con la referente del Proyecto 730 “Alimentando capacidades: desarrollo de habilidades y apoyo alimentario para superar condiciones de vulnerabilidad”.
Sostenidos por “La sociedad del amor”
Acudimos en un día lluvioso, pasamos al apartamento de la pareja y allí están Orlando Liñán de la Cruz de 73 años, 11 nietos y periodista barranquillero que el destino puso desde hace muchos años en Bogotá y María Elisa Aristizábal de 56 años, una paisa del municipio de Pensilvania, Caldas.
Llevan seis años de recibir la alimentación en este comedor, “nos ayuda mucho a amortiguar nuestros gastos, es balanceado, nutritivo y lo mejor, nos integra con todas las personas de diferentes condiciones, aquí esta el mariachi, el reciclador, el solitario, todos somos Bogotá Humana”.
En su hogar, las paredes están llenas de trabajos artesanales, de mándalas, y afiches de “La Sociedad del Amor, sociedad que integra a miembros que tienen las mismas inquietudes, nada religioso, una posición humana, un oído para compartir las encrucijadas de la vida, es un grupo de amistad para celebrar diariamente los ires y venires de la vida y desde cada óptica humana aconsejar a sus miembros para la realización de sus decisiones. “Nosotros damos a conocer la pedagogía política del amor, muy propicia para los tiempos que vivimos”, dice María Elisa. Nos tomamos un tinto preparado con mucho amor por ella, una persona dulce, de voz cálida y suave que nos colma de atenciones.
Del periodismo a la espiritualidad
Orlando habla de sus inicios en Barranquilla, no ha perdido su acento, “A mediados de los años sesenta estuve vinculado a la Universidad Libre donde estaba como asistente y publicamos una revista llamada Humanismo, después en la Autónoma del Caribe hice otra llamada Uniautonoma, en el Heraldo fue Viernes de Compra y en el Diario del Caribe lo llamamos el Magazine del Viernes por cinco años. Todo se acabó porque cuando a uno le va bien en alguna actividad empiezan los tropezones, zancadillas y finalmente me tocó emigrar para acá donde tenia posibilidades y empecé a desarrollar el concurso Miss Juventud, que lo tuve durante veinte años hasta 1994. Me quedé en Bogotá porque la situación acá fue muy diferente, me dediqué a escribir y a la parte espiritual, con mi estudios personales”.
Tiene cuatros hijos profesionales, un biólogo, una psicóloga, una administradora de empresas y una tecnóloga en comunicaciones, después de separado formó otro hogar “con mi compañera espiritual y ahora la tarea es otra”, explica Orlando mientras María Elisa lo mira desde cerca con una mirada cómplice y enamorada.
“Nosotros tuvimos un noviazgo propio de estos días, de solo un mes, se ríe a carcajadas” hay que ver quién esta persiguiendo a quién, porque nuestra relación viene de tiempo atrás”. Creen en la reencarnación, el amor, la solidaridad y al corazón del conocimiento por eso su nombre espiritual es Anatanael. Al fondo se escucha música del Caribe que su compañera confunde con aires de otra región.
Ahora dedicado a escribir con tranquilidad y con otra tecnología, tiene listo para las negociaciones y su publicación en internet un libro llamado “La Ruta Final”, confiesa que ese libro duró mucho tiempo para ser escrito porque le causaba mucho dolor, se le corta la voz y se atraganta. El tema central del libro es su breve paso por un movimiento insurgente y el ingreso del cura Camilo Torres a la guerrilla “con Jaime Arenas coordinamos la operación y su llegada a San Vicente de Chucurí”.
Habla de su vida en los comedores y de los amigos que tiene en ellos y de la interacción que hay entre ellos “los apoyamos, les damos amor, y ánimo, les hacemos charlas para que superen las dificultades. A veces también hay falta de interés de algunos que se expresan diciendo que eso es una pérdida de tiempo, pero seguimos interactuando con ellos, les damos además de reflexiones y meditaciones, masajes que les ayudan mucho. No solo estamos beneficiándonos con nuestro alimento, también damos lo que tenemos a mano, que es el amor y que ayuda mucho”.
Después de trajinar en tantas propuestas periodísticas se inclina a consolidar su parte espiritual “empecé con mi propio conocimiento y conexión con mi maestro y sentí que sí existe, está conmigo y es quien me guía, esa es la realidad”.
Por
Sandra Colombo Castilla
Referente de Comunicaciones Dirección Territorial