Bogotá, enero 17 de 2017. Es como si fueran para una fiesta. Se ponen sus mejores pintas, se acicalan el cabello y salen todos de la mano. Es tal su alegría, que en el camino se llevaron a varios amiguitos vecinos.
Son los hermanos Artunduaga, dos gemelos y una niña de 12 años, quienes acompañando a su mamá, Johanna Artunduaga, van a recoger el mercado que Integración Social les entrega, mientras se renueva el contrato con el comedor comunitario Santa Cecilia, en Usaquén.
El mercado, según sus propias palabras, es motivo de alegría en casa. Desde el momento de salir por los alimentos, a la subdirección local de Usaquén, hasta cuando regresan a su casa, a ayudarle a cocinar a su mamá. No es una obligación ni una orden de sus padres, lo hacen por diversión.
“El mercado es bueno. No es algo que se espera porque uno tiene que ser consciente de que uno mismo es el gestor de la alimentación de sus hijos. Sin embargo, es un apoyo y uno lo aprovecha porque sabe lo que tiene”, cuenta Johanna, quien es ama de casa y en ocasiones trabaja ayudando a los niños del barrio Barrancas a hacer sus tareas.
Tomás, uno de los gemelos de Johanna, es el primero que recibe el mercado. Responde al llamado del nombre de su madre y, de forma meticulosa, revisa que todos los productos vengan dentro de la bolsa.
Naranjas, piñas, zanahoria, plátano, mandarina, pepino, papa, pasta, atún, leche en polvo, lentejas, sardinas, aceites, arroz y panela, entre otros productos, hacen parte de la base de verduras, frutas y grano que entrega la entidad a los más de 300 beneficiarios, que en esta ocasión acudieron a recibir el apoyo.
“A mí lo que más me gusta es la fruta. Nosotros le ayudamos a llevar el mercado a mi mamá a la casa y allá lo organizamos entre todos. Eso nos sirve para nuestro crecimiento”, asegura el menor, quien sin saberlo, inconscientemente está aportando para el fortalecimiento de su familia.
Como Johanna y su familia, centenares de familias reciben los mercados, los cuales se entregan como medida de contingencia, mientras se renuevan los contratos de los comedores, algunos de los cuales terminaron su contrato al principio del año.
No obstante, la entidad garantiza, por medio de esos mercados, el apoyo nutricional que las familias capitalinas necesitan en su cotidianidad.
“El comedor nos avisó que iban hasta una fecha. Ahí mismo nos avisaron de la entrega de alimentos y uno está pendiente. Hay que asimilar la situación y antes agradecer el aporte. Para dentro de 12 días nos dijeron que ya estaría el nuevo contrato y que podríamos volver al comedor”, afirma Johanna, quien asistía al lugar de lunes a sábado a llevar a sus hijos a almorzar, luego de la jornada escolar.
Con este tipo de acciones, Integración Social garantiza la alimentación de los beneficiarios de comedores comunitarios y desmiente que en el Distrito se estén cerrando estos espacios que son para el agrado de la comunidad.
