Secretaría Distrital de Integración Social

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Centros Proteger: casas de amor para niños y niñas con derechos vulnerados

 

 
• Los 6 Centros Proteger que existen en Bogotá atienden a 186 niños que han sido víctimas de abandono, maltrato infantil, malnutrición, y en algunos casos, abuso sexual.

• En 90% de los casos hay reintegro de los menores a sus familias. En el 10% restante, cuando la familia no les garantiza los derechos a los niños, se inicia un proceso de adopción.

Bogotá, mayo 28 de 2020. “Marco tiene 8 años y con su sonrisa clara llena los espacios. Expresa constantemente su deseo de volver a su familia, extraña su casa, sus amigos, su colegio. No entiende por qué a tan corta edad tuvo que alejarse de sus padres y hermanos, dejar su cama, su cuarto, sus juguetes y llegar a un lugar donde, a pesar de tenerlo todo, le falta lo más importante: su familia, su colegio, sus amigos y su barrio” .

Como esta son las historias de 186 niñas y niños que están en los 6 Centros Proteger de la Secretaría de Integración Social, porque han sido víctimas de abandono, maltrato infantil, malnutrición y, en algunos casos, abuso sexual. Para que lleguen allí una autoridad competente, llámese Comisaría o Defensor de familia, ha determinado que su núcleo familiar no tiene las condiciones para garantizar sus derechos básicos.

En los centros reciben atención por parte de un equipo interdisciplinario conformado por profesionales de psicología, trabajo social, medicina, odontología, nutrición, terapia ocupacional, pedagogía, fonoaudiología, derecho, y psicopedagogía, entre otras, de quienes reciben mucho amor y para quienes lo más importe es que niños o niñas como Marcos puedan retornar al seno de sus familias.

Y la reunificación es posible en el 90% de los casos. Johan Steven Mondragón es uno de los usuarios del Centro la María. Su hija de 2 años estuvo durante 1 año y tres días allí, pero ahora volvieron a estar juntos. Así recuerda él la historia:

“Mi hija llego acá porque nos encontraron en una casa abandonada. Yo pagaba una habitación en un paga diario y no podía brindarle lo que ella necesitaba. Además, mi hija estaba enferma y esa enfermedad le produjo desnutrición. En el Centro Proteger le suministraron una buena alimentación y estaban pendientes de ella con sus pañales y los cuidados.

Cuando me quitaron la niña, me dio muy duro. Me sentía culpable y en ese momento no tenía los medios económicos para ofrecerle algo mejor. Durante el año y tres días que estuvo acá, participé en talleres pedagógicos acerca de los cuidados de los niños, los riesgos que pueden tener, y las pautas de crianza que es bueno aprenderlo como la manera de corregir con amor.

Quería que mi hija volviera a casa conmigo, me comprometí a ir a la Defensoría a hacer unos talleres y a la EPS donde estoy inscrito para hacerme unos exámenes de toxicología y de psicología. Ahora estoy en la casa de mi mamá, en un lugar con buenas condiciones para que viva la niña. He encontrado apoyo en mi mamá y mi hermana quienes ayudan a cuidarla cuando tengo que salir a trabajar.

Lo bonito es que aprendí mucho a valorar mis hijos y mi familia. Me di cuenta de los errores que cometí pero que hay que superar los obstáculos. He cambiado mucho, no sólo con la niña sino con mi otro hijo. Lo importante es que están conmigo, les dedico tiempo para el juego y su cuidado. Todo gracias a lo que recibimos mi hija y yo en el Centro Proteger”.
 
 
 
Una casa de amor

En el Centro Proteger La María, ubicado en la localidad de San Cristóbal, 71 niños y niñas reciben cuidado y protección durante las 24 horas. “Es una casa de amor y protección para niños y niñas”, como lo señala su coordinadora Olga Lucía Clavijo Morales. Hay un equipo de cuidadoras y educadores que están prestos a brindarles amor, alimentación, salud, recreación y refuerzo escolar y acompañamiento de tareas, siempre con mucho afecto.

“Acompañamos las rutinas del autocuidado como el alimento y el baño. Somos las primeras personas que tienen a la mano para alguna orientación o necesidad que se les presente. Les ayudamos a crear hábitos y rutinas pertinentes para la vida. Los niños llegan con algunas dificultades nutricionales y con comportamientos inadecuados. Inicialmente son muy rebeldes hacia la norma, tienen crisis, quieren evadirse de las casitas porque extrañan a la familia, pero poco a poco van modificando muchas actitudes. Con las rutinas que se han concertado previamente llegan a modificar estas conductas e incluso van interiorizando el tipo de situación que hizo que llegaran a este espacio”, señala Luis Augusto Torres, instructor del Centro.

El sentido del trabajo interdisciplinario es que los niños y niñas vuelvan a su familia, siempre y cuando ésta les garantice sus derechos emocionales, sociales y que cubra sus necesidades básicas. Esto no se logra en el 10% de los casos, cuando la familia no es garante de sus derechos y no se cuenta con familia extensa que pueda acoger a los niños. En esos casos pasan al Instituto de Bienestar Familiar para un proceso de adopción.

Educación emocional y nutricional para la familia

El equipo de psicología y trabajo social orienta a los padres en el cuidado de los niños, en el manejo de las emociones, en temas nutricionales y se busca el apoyo de otras instituciones para que tanto los niños como los progenitores tengan acceso a otros servicios como salud y educación.

Maritza Rodríguez Mantilla, trabajadora social del Centro, es responsable del acompañamiento, orientación y verificación de las acciones con los padres. Su labor se centra en que ellos tengan las herramientas para que sean garantes de los derechos de sus hijos y puedan volver al medio familiar.

“Presentamos informes a las entidades administrativas donde se verifican los procesos terapéuticos que adelantan los padres, las condiciones sociales, familiares, habitacionales y comunitarias que permitan dar cuenta si en una vivienda existen las condiciones para que los niños puedan vivir allí”, explica la profesional.

Dentro del proceso que se hace con los padres, estos aprenden sobre su rol protector, de apoyo y formador con sus hijos, a tener una comunicación asertiva, lo que se denomina pautas de crianza positiva. Durante 6 meses se hace el seguimiento para observar la dinámica de la familia y el proceso de adaptación del niño o niña a su familia.

“Para la Secretaría de Integración Social es muy importante garantizar los derechos de los niños y niñas, darles especialmente amor para que se sientan protegidos y cuidados. Y ahora, en periodo de cuarentena, el Centro Proteger La María está cumpliendo los protocolos de bioseguridad para garantizar la salud a los niños y a todo el personal que presta sus servicios”, señala Olga Lucía Clavijo.

Así, Marco, Sandra, Ana, Andrés o cualquier niño o niña cuyos derechos hayan sido vulnerados, encuentra en los Centros Proteger un lugar que lo respalda para garantizar el restablecimiento de sus derechos y hace todo lo posible para que vuelvan a su familia, su barrio y sus amigos.
 

 
 
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