Fueron los jóvenes quienes a través de prueba y ensayo de dibujos y pinceladas dieron un nuevo concepto gráfico a la fachada de la casa. “Para muchos son manchones que dañan y contaminan la estética visual de la Casa, pero para nosotros es un lienzo que descarga toda nuestra energía” dijo Martín Sierra, uno de los muralistas. La Casa de la Juventud se convirtió en el punto de concertación de ideales y manifestaciones diferentes, logrando la apropiación de un espacio que es de ellos y para ellos.
Los jóvenes que realizaron el mural opinan que los grafitis y los murales son una práctica cultural, social y comunicativa, que supone una forma alternativa de expresar ideas y sentimientos. Obras que en lugar de ser ofensivas o destructivas, tienen sentido y plasman una ideología y una posición definida frente a la forma de ver la vida.
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