Después de muchos intentos por contactar a la participante del servicio de Comedor Soratama, finalmente se dio el grato encuentro con Ángela Victoria Reyna, nos dejamos de ver cerca de dos años
, desde los inicios de la Mesa de LGBT de Usaquén donde ella asistía asiduamente. Dos recuerdos tengo de esos encuentros, sus vacilaciones al momento de presentarse al grupo, en ocasiones era Ángela, otras Victoria y en otras con el nombre que aparece en su documento de identidad, que ya por razones obvias no me atrevo a publicar, además, sus incontrolables tics. Para aclarar estos asuntos Victoria accedió a ser entrevistada, nos fuimos a una panadería de barrio donde disfrutando de un café avanzaba en su relato contando escuetamente su vida sin dejar nada a la imaginación, por cuenta de su transformación y crecimiento, por la claridad y seguridad con la que ahora asume su identidad de genero, motivos por los cuales hay que mirarla desde la perspectiva de Mujer Trans, así a simple vista se vea de otra manera.
La entrevista inició, no sin antes pedir su autorización para que la Dirección Territorial, socialice su crónica en el portal Web y otros espacios de la Secretaría, que estamos seguros será un ejemplo a seguir, porque la pela que ha tenido que darse en silencio e inteligentemente durante muchos años, para tener el valor de gritar al mundo sin vacilación y sin ningún asomo de inseguridad “yo soy Ángela Victoria Reyna Mujer Transgénero”, no ha sido cualquier cosa.
“Nací en Tibasosa Boyacá hace 52 años, soy de familia campesina, católica, conservadora, etc…etc y pues mi infancia transcurrió entre comillas normalmente como cualquier muchacho, porque primero en un pueblito de 100 mil habitantes y en esa época…tal vez…pues uno no podía salir a la calle así… a decir a pulmón herido a grito abierto… ey hola todos, soy transexual o soy travesti o soy gay porque mijita de que te matan te matan, si no es el cura, si no es la policía, si no es el alcalde, bueno quien sabe…si no son tus mismos padres, bueno mejor dicho me tocaba hacer de cuenta que era hombre que era muchachito aunque nunca me gustó el futbol, por ejemplo, nunca me gustó el boxeo, mi papá fue transportador-camionero, nunca me gusto ese oficio, él siempre quiso que yo siguiera sus pasos pero pues… a mi nunca me gusto eso y tan pronto se dio la oportunidad ingresé a la policía después de prestar el servicio militar, la libreta y todas esas vainas, ahí me quede 8 años y medio al cabo de los cuales presente mi solicitud de retiro voluntario y personal, más exactamente desde mayo del 81 hasta octubre 21 del 89”.
En este punto de su relato Ángela Victoria ya empezaba a sudar profusamente, no era para menos, el afán con el que contaba su de vida haría pensar que de una vez por todas había que exorcizar tantos años de silencio y maltrato, sin embargo la forma como narraba los acontecimientos era fascinante, ninguna queja, ningún asomo de tristeza, muchos menos resentimiento.
Su vida en la Policía:
“Uy pues bien difícil, porque si bien es cierto que en la casa, en el pueblo, en la vida civil era complicada la cuestión, al interior de la institución pues era más riguroso todavía, por los reglamentos existentes, el conducto regular, el protocolo policial, que la vida militar, que el encerramiento con muchos hombres, una no pasaba desapercibida, una se daba cuenta de los tipos y toda esta cuestión, fue bastante complicado y más que a mi me tocó pasar bastante tiempo en pueblos categorizados como zona roja o de orden público…entonces pues allá la gente se mataba porque eran liberales o porque eran conservadores, imagínese un policía gay…un policía travesti ¡ay juemadre! el acabose total”…ahora ríe, en esa época no quiero imaginar como sería la cosa para ella.
Sus relaciones afectivas:
Relación estable? No, no, no…ni soñarlo, de pronto por ahí…pero bien difícil de conseguir alguna…encuentros ocasionales pero eso si tocaba…mejor dicho…como se dice en la vida militar, extremar medidas de seguridad para no poner en peligro mi integridad personal como la del caballero que me acompañara en ese momento, en algunos casos era compañero de la policía, solo hubo alguien de la población civil que conocía mi cuento…”, su actitud se tornaba como si quisiera revivir esos sucesos.
De su militancia a la vida civil:
“En gran medida mi presión interna, mi necesidad de salir del closet, mi necesidad de exteriorizar, por decir de alguna forma dejar de ser hipócrita así suene un poquito cruda… necesitaba salir, desahogarme, entonces no encontraba de otra porque en esa época existía y todavía debe existir algo que se llama el reglamento de disciplina y honor para la policía nacional, en unos de sus artículos decía textualmente que si alguien era sorprendido en actitudes homosexuales sería fulminantemente destituido de la institución…entonces me tocaba o me tocaba renunciar”.
“Que pasó después de renunciar?... pues nada, empezar a pasar hojas de vida en un lado y otro principalmente en vigilancia privada, por mi experiencia lo más indicado era trabajar en celaduría, en seguridad privada porque no había otra, pero entonces cuando se daban cuenta en la respectiva compañía que yo había sido policía y no era pensionado paila pa’fuera y no había de otra, solo me dejaban de diez a quince días y ya, a volver a pasar hojas de vida”
De su pueblo salió a los18 años a prestar servicio militar a Santa Rosa de Viterbo, cuenta Ángela Victoria, donde empezó una correría por varios lugares Santander del Sur, Pie de Cuesta, Lebrija, cerca al río Magdalena, hasta llegar a Bogotá a la Estación de Chapinero custodiaba embajadas, casas de políticos. Básicamente así trascurrieron sus últimos años de trabajo en la policía, tiempo que aprovecho para hacer su bachillerato y hacer algunos estudios, un semestre de ingeniería industrial que “le fue como a los perros en misa”…en sus propias palabras, uno de inglés y programación de computadores… “con esto me puse a cacharriar en mantenimiento y electrónica de computadores y pues básicamente aunque no tengo título ni experiencia labora, en eso he estado ganándome la vida o intentando ganarme la vida”, nos cuenta.
La familia:
“Hay si que grave, porque en la época que renuncié a mi trabajo mi familia ya vivía en Bogotá en casa de mi abuela materna y ahí tan poco ni poder decir ni pío, porque pues me echaban de la casa y para donde hubiera cogido sin familia y sin ningún conocido en otra parte, en esa época no había nadie que me ayudara o me apoyara, ni a nivel distrital ni a nivel público, amigos, vecinos, conocidos o a nivel privado, no había nadie en quien se pudiera confiar”
Ángela Victoria es la mayor de la familia, vive con su mamá, la hermana y un sobrino en un barrio de los cerros nororientales de la localidad Usaquén “en la actualidad saben de mi cuento… que soy trans pero todavía les queda difícil aceptarlo, asumirlo, entenderlo, pues igual no me han generado conflicto al interior de la casa, pero la comunicación nunca fue como muy fluida que digamos”.
La Victoria de Antes y la Victoria de ahora en la Bogotá Humana:
“Muchos aportes… por no decir que todos, porque he podido hacerme visible, he podido visibilizar mi situación, comentarla, divulgarla , consultar, obtener apoyos de diferentes fuentes, contactarme con grupos de apoyo y ayuda tanto distritales como privados, conocer mucha gente que tiene que pasar por situaciones idénticas a la mía, he estado chevere…chevere…La Ángela Victoria de ahora es más extrovertida, más descomplicada, más relajada, aun me falta muchas cosas por superar, por lo menos ya puedo salir con tranquilidad a la calle con maquillaje, lo que antes no hubiera podido haber hecho, ya puedo asistir a servicios médicos y a diferentes instancias”.
“Muchas veces creí que lo mío era un caso de autismo y no un caso de transexualismo porque yo nunca hablaba con nadie, a mi se me dificultaba cantidades hablar con alguien, sin embargo tengo algunos amigos y amigas, pocos en la realidad y muchos en las redes sociales, la gran mayoría son virtuales, de otros países tanto gente LGBT como gente de diferentes ideales, religiosos, políticos, etc…etc.”. Siempre percibí en ella una infinita soledad que acabo de confirmar, ahora entiendo porque llegaba a cuanto espacio se convocaba, seguramente buscando una red de apoyo.
“No…no… en este momento no tengo ninguna relación afectiva, de pronto por mi apariencia actual que como no he podido iniciar mi tratamiento de hormonas entonces mi apariencia es ciento por ciento masculina, pienso que sea la causa o una de las causas por las que no he podido establecer una relación seria de largo plazo o algo por el estilo”
“Un ciento por ciento tuvo un impacto…de no ser por los comedores de Integración Social no se que camino hubiera tomado si no existieran los programas de la Bogotá Humana y todos estos servicios con los que contamos. La información que he recibido me ha cambiado y me ha favorecido en conocimiento y en calidad de vida”, lo cierto es que de las vacilaciones y los tic ya no queda ni la sombra, posiblemente sea debido al hecho que ahora se siente liberada.
“Con esta entrevista me siento más famosa que Jeniffer López, que madonna con tanto elogio de tu parte” manifiesta jocosamente Ángela Victoria…continua “de todos modos la vida no es color de rosa siempre hay que lucharla, pues hemos logrado muchas cosas pero aun falta mucho por conseguir, mucho por trabajar, oficializar los matrimonios, que sea en verdad un matrimonio no un adefesio, todavía nos falta una ley de identidad de género, muchas cosas… muchas cosas…” termina reflexionando seriamente. La idea no es hacer de ella una diva, aunque nos alegramos que se sienta de esta manera porque la idea es que Ángela Victoria Reyna merece consentimiento de la vida, reconocimiento social y no es para menos porque como entidad que cuenta con una Subdirección para Asuntos LGBT en la Bogotá Humana, nos sentimos con el deber moral de resarcir derechos a todos y todas aquellas que les han sido vulnerados.
La entrevista ya estaba cerrada cuando le escuche algo importante, aunque no quedo grabada lo registre en mi memoria, el agradecimiento que le tiene a Oriana Larrota referente de Asuntos LGBT en Usaquén, por su apoyo y acompañamiento en su proceso de reafirmarse, redescubrir y asumir su identidad trans, gracias a esto su madre, que es bastante mayor, pudo enterarse de su situación, mediante un proceso cuidadoso y de compromiso, adelantado por la referente…gracias…gracias…a la SDIS.