• Una pareja habitante de calle cumple su sueño de dejar la calle para vivir dignamente en un nuevo apartamento, y así empezar una nueva etapa en su vida.
• Este logro se da gracias al trabajo mancomunado entre la Tropa Social de la Secretaría de Integración Social y la Fundación Construimos.
• Ellos transformarán sus noches y sus vidas viviendo en una comunidad donde esperan desarrollar juntos su emprendimiento.
Bogotá, D.C., septiembre 18 de 2023. Luego de una noche en vela, Ana y José madrugaron para recoger sus pertenencias, desde temprano llegaría el camión por su trasteo para llevarlos a vivir a su nuevo apartamento, en el barrio Entrenubes, en el sur de Bogotá.
Aquel viernes no era de rutina y ellos dos los sabían. Por una parte, Ana tenía sus emociones contenidas, la invadía la incredulidad, sus expectativas y su temperamento fuerte la hacían mantenerse como la frase de Santo Tomás: hasta no ver no creer.
Por su parte, José estaba feliz y no dejaba de sonreír, incluso tenía más energía que todos los días. Pronto tendrían su nuevo apartamento y dejarían por siempre aquel cambuche, ubicado sobre la carrilera del tren, en la localidad de Puente Aranda.
Algunas cosas las empacaron para llevarlas a su nuevo hogar, otras las repartieron entre sus vecinos y amigos más cercanos. Uno de los tesoros más queridos por José es su carreta, la misma que lo ha acompañado por años en su trabajo. “La voy a dejar donde un amigo, en unos días vengo por ella”, atinó a decir el hombre, mientras desmontaba el cambuche que había construido con plástico, madera, techo de zinc y al que debía decirle adiós.
“Le doy gracias a este humilde hogar que nos acogió y cubrió de la lluvia y de todas esas cosas difíciles que trae la noche y la calle”, manifestó Ana, quien, con su nueva vida y nuevo hogar espera tener un emprendimiento que le ayude a desligarse del reciclaje, oficio del que ha vivido los últimos años de su vida. Mientras agradecía, se escuchó sonar el pito del camión que indicaba que debían subir el trasteo. “En medio de esta emoción que tengo, prefiero irme en el camión, para ver por dónde voy, para ir ubicándome, conocer las vías y rutas que me llevan a mi nuevo hogar”, agregó la mujer.
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Pero para poder lograr este sueño de tener una casa propia, esta pareja ha llevado a cabo un proceso de meses en los que han tenido entrevistas, visitas, seguimiento y el acompañamiento de un grupo de profesionales de la Secretaría Distrital de Integración Social, en conjunto con la Fundación Construimos y las Hermanas Misioneras Teresitas y el proyecto Ciudad de Dios que funciona a nivel nacional y cuya sede principal queda en Villa de Leyva, desde donde se prestan ayudas como vivienda, alimentación, estudio, entre otros, a la población vulnerable, desde el enfoque religioso.
Luego de recorrer una parte de la ciudad, por fin estaban cerca del lugar en donde se ubica el apartamento. El sonido de las cornetas del camión nuevamente alertó, pero está vez a los miembros de la fundación y las religiosas Hermanas Misioneras Teresitas, que Ana y José ya estaban arribando.
Desde la cabina del vehículo de carga se asomaban las manos de esta pareja saludando. A los pocos minutos y luego de abrazarse entre todos, abrieron las compuertas del camión y empezaron a bajar el trasteo. Ingresaron a la recepción y durante este camino se conocieron con algunos miembros del staff de la Fundación Construimos y con algunas religiosas que habitan esta unidad residencial. La felicidad, el amor, los buenos deseos y todo en el ambiente no podía ser más que alegría para esta pareja que veían cumplida una meta en sus vidas.
Y llegó el momento más esperado: entraron a la torre, subieron los dos pisos y cada escalón era un peldaño de este logro alcanzado. Ya en la puerta del apartamento les entregaron las llaves. José le pidió a Ana que se hiciera a su lado y se agarraron de la mano, ella era su temple y él era los sentimientos a flor de piel.
Juntos metieron la llave en la cerradura, le dieron vuelta a la manija y la puerta se abrió. Las primeras palabras de José fueron: ‘¡Guau!’. De la mano recorrieron su nuevo hogar y no paraban de sonreír y de dar las gracias. Y en la que será su habitación José manifestó nuevamente el agradecimiento a todos y cada uno de los que hicieron posible este sueño y por supuesto, a Dios.
En la sala las personas que los recibieron les entregaron algunos obsequios, entre los que estaban una vajilla, unas ollas y unos electrodomésticos. Ana, emocionada revisó los cajones, acomodó los regalos para así apropiarse de su nuevo hogar.
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Por último, Ana y José se pararon en una de las ventanas del apartamento y mientras contemplaban la vista de la ciudad llena de rascacielos, aire puro y rodeada de montañas, los profes, como les dicen Ana y José a los miembros de la fundación, se fueron despidiendo uno a uno, no sin antes darles todas las recomendaciones pertinentes. Hubo intercambio de números de celulares para cualquier emergencia y para estar muy pendientes de esta pareja, que hoy pasó de vivir de un cambuche a ser habitantes de Entrenubes.
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