Secretaría Distrital de Integración Social

Secretaría Distrital de Integración Social

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La calle no es una opción de vida. “Somos conscientes de apoyar desde nuestros hogares y familias a los habitantes de calle”. Afirman los vecinos de Barrios Unidos y Teusaquillo.

 
Bogotá, 13 de Junio de 2017. La Subdirección Local de Integración Social de Barrios Unidos y Teusaquillo, realiza a diario acciones concertadas y articuladas con las entidades del Distrito con el único fin de llevar una ayuda relevante primero que todo a los ciudadanos habitantes de calle, segundo a los residentes del sector y por último a los comerciantes de los distintos barrios de estas dos localidades, es así como se han venido adelantando actividades con el IDIPRON, Sub-Red Norte de Salud, Aguas de Bogotá, Secretaría de Seguridad, Personería y Alcaldía Local, IDRD, Policía Nacional entre otras entidades. 
 
Durante el mes de Mayo y Junio, cumpliendo con este objetivo primordial, se vienen realizando campañas de sensibilización a establecimientos comerciales en el sector de Alfonso López ubicado en la localidad de Teusaquillo. Allí el mensaje es la NO generación de factores de permanencia a los habitantes de calle tales como la entrega de limosna y alimentos; el manejo adecuado de las basuras por parte de la ciudadanía y residentes, y la importancia de conocer los servicios que la Secretaría de Integración Social (SDIS) ofrece a la comunidad.

Un total de 25 establecimientos públicos han sido visitados en las diferentes jornadas de sensibilización, en donde se ha ofrecido toda la información sobre los servicios que brinda la SDIS a los ciudadanos habitantes de calle tales como: Salud, procesos de desarrollo personal, alojamiento y alimentación digna, recuperación de hábitos personales y lazos familiares, así como inclusión social y laboral.

De la misma manera, se han adelantado recorridos en calle brindando oferta de servicios y traslado voluntario a los hogares de paso a los habitantes de calle que residen en el lugar y se han programado numerosas jornadas de autocuidado personal para esta población. Sectores como el ‘Campincito’ y algunos puntos de la localidad de Teusaquillo, como el Canal del Rio Arzobispo, Así como lugares entre la carrera 30 y la Av. Caracas entre calle 45 a la calle 63, han sido las zonas con mayor presencia de los Ángeles Azules, equipo de calle quienes ofertan a diario los servicios.

Así mismo, se han realizado jornadas de prevención sobre la habitabilidad en calle en Jardines Infantiles del barrio del Siete de Agosto de la Localidad de Barrios Unidos, y a comerciantes del sector de Quinta Paredes. En estos lugares a través de la sana convivencia y el intercambio de ideas y opiniones, niños, niños y adultos aclaran sus inquietudes sobre la atención a los habitantes de calle, los servicios ofertados y lo más importante apoyar las campañas de prevención del consumo de drogas.

La Secretaría Distrital de Integración Social a través de las subdirecciones locales, continúan con el gran trabajo diario en la atención de habitantes de calle convencidos que una nueva opción de vida para esta población afectada, sí es posible en esta Bogotá Mejor Para Todos.
 

 
 
 
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Conozca quién es la mujer que a través de la danza transforma la vida de exhabitantes de calle

 
Bogotá, 2 de junio de 2017. A ritmo de música, teatro y artes plásticas, gira a diario la vida de Luisa Fernanda Luna Beltrán, un ‘Ángel Azul’ licenciada en artes y actualmente docente en el centro de formación para el estudio La Academia. Sus primeros pasos en el maravilloso mundo del arte según ella, los inició en las calles del barrio Santafé en plena localidad de Mártires. A la edad de 11 años ya compartía con muchos jóvenes las actividades culturales que se organizaban en el sector.

Le apasiona el Periodismo y la Comunicación Social, aunque no ha finalizado esta carrera, su gran experiencia en diferentes sectores como las relaciones públicas, la presentación de eventos y navegar entre los géneros periodísticos, hace que Luna como todos la llaman, cada día disfrute de la vida.

Como ‘Ángel Azul’ del Centro la Academia, lleva más de una año enseñando a cientos y cientos de exhabitantes de calle a enamorarse del arte el cual ayuda a superar las emociones, sentimientos, duelos y tristezas que rodean el pasado oscuro de muchas personas que habitaron las calles, y que hoy gracias a los procesos de recuperación que llevan en los centros de atención de la Secretaría de Integración Social logran afrontarlos.

“Para ayudar a los habitantes de calle se debe tener sentimientos y mucha pasión. Me gusta brindarles apoyo a las mujeres, yo soy madre cabeza de hogar y siempre pienso que todas las mujeres se merecen cada día lo mejor. A través de mi experiencia, siempre me reúno con las todas las mujeres en especial las afros, indígenas y población LGBT, las escucho mucho. Es triste saber esas historias que narran como la droga, el antiguo ‘Bronx’ y el ‘Cartucho’, les arrebataron del seno del hogar muchos de sus hijos”, comenta Luna, quien por un momento se toma unos segundos de silencio a la memoria de ellos.

Tiene a cargo una organización social y cultural que nació en la barriada y que trabaja en pro de ayudar a las personas que lo necesitan, educando en barrios vulnerables en donde hay gente que no puede acceder a los servicios educativos. Fue premiada hace más de dos años como una gran lideresa comunitaria, un reconocimiento que recibió por todo el trabajo que a diario realiza.

Durante los últimos 20 días en compañía de sus compañeros profesionales de la Academia, Luna dirigió a más de 100 exhabitantes de calle que decidieron participar en el primer festival de danzas, el cual convocó a los Hogares de Paso, Centros Transitorios y Comunidades de Vida. Estos exhabitantes de calle que llevan más de dos meses en procesos de recuperación, reciben formación artística y cultural siendo herramientas básicas en sus procesos personales.
 
 


“Ver danzar a estas personas y robarles una sonrisa en sus rostros, es muy placentero, la vida no fue fácil para ellos y hoy me siento feliz al observar como disfrutan de estas tradicionales danzas las cuales hasta en algún momento de su niñez gozaron con sus compañeros de escuela“, comenta Luna, contenta al ver los frutos de su trabajo.

Una luna lunera.
La pequeña Luna, que no supera los 23 años de vida, tiene un hermoso hijo de dos años. El amor tocó la puerta de su corazón muy temprano. Al compartir entre amigos de culturas diferentes entre Cuba, Bogotá y otros lugares encontró el amor de su vida. Sus hermanos los Indígenas Muiscas del Cabildo de Suba a quienes les dedica gran parte de su tiempo, le han ensañado muchas cosas a lo largo de la vida.

En sus brazos, tatuados con tinta negra, la acompañan dos símbolos de protección personal, que hacen parte de sus tradiciones. Uno de ellos es un símbolo del ‘Yoruba’ que representa la Santería, una religión Afro Cubana. El otro tatuaje representa la comunidad de Panamá y es un símbolo que protege a las mujeres.

Entre las danzas presentadas en el festival, luna representó un tradicional baile que contó con mucha temática indígena, sonidos simbólicos y mucha paz interior. Algunos de los exhabitantes de calle se interiorizaron con el sonido de las melodías y acompañaron la danza con muchos aplausos.

Mientras tanto Luna, quién sonríe cada vez que mencionan su nombre, tal vez recordará algo muy hermoso de sus padres, a quién les agradece por todo lo que ahora es como persona; trabajó todos los días en los diferentes hogares de paso. Sus largas horas de clase enseñándoles a los exhabitantes de calle no son suficientes para ella. Piensa que tiene energía para mucho tiempo, y que le apasiona cada día poder compartir con ellos sus conocimientos. Sueña un día poder escribir como periodista. “Por mis venas corre esa emoción del periodismo, trato siempre de no perder la pluma ni la inspiración, creo firmemente en que el momento llegará y lo disfrutaré tanto como mi profesión de licenciada en artes”, resalta.

Luego de las presentaciones de los casi 20 grupos de danzas vinculados al festival, el equipo profesional se encargó de entregar unas menciones de reconocimiento a los participantes. Todos los presentes que en su mayoría son exhabitantes de calle, recibieron de manos de los ‘Angeles Azules’ de la Academia un detalle que simboliza ese cambio que están dando en sus vidas gracias a la vinculación al proceso de recuperación.

Luna por otro lado, finaliza su jornada, muy feliz volverá a casa a encontrarse con su hijo. La dedicación y las enseñanzas que compartió con estos grupos le han dejado de nuevo una paz interior de la cual quiere muchas veces sentir. Ahora preparará una nueva coreografía, un nuevo grupo la espera para compartir sus enseñanzas.
 

 
 
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Se reencontró con su hijo luego de dos años de buscarlo por San Victorino

 
Bogotá, mayo 31 de 2017. Durante 730 días María Cecilia Rincón. No tuvo paz. Deambuló por las calles del centro de la ciudad buscando a su hijo Ómar de Jesús Gutiérrez Rincón, quien había abandonado su casa, en el barrio El Dorado, en la localidad de Santa Fe hacía dos años. Sabía que estaba en las calles, sabía que estaba cerca, sabía que lo habían visto, sin embargo, ese fantasma era esquivo con ella.

9:30 de la mañana. 30 de mayo. Un grupo de ‘Ángeles Azules’, liderado por Never Medrano, aborda a Ómar de Jesús, quien a sus 29 años, decidió entregarse a las calles llevado por una pena: la muerte de su padre dos años atrás. El mismo tiempo que lleva buscándolo su madre, María Cecilia y que ahora, entre lágrimas, observa como el joven que decide ir a un hogar de paso a intentar recomponer su vida, es el mismo que ella estaba buscando sin descanso.

La escena, que no deja de ser confusa, llena de emoción. Aparece también Blanca Alicia, hermana de Ómar e hija de Cecilia, quien le cuenta al grupo de ‘Ángeles Azules’, el sufrimiento que habían pasado intentando ubicar a su hermano, Ómar, y ayudarlo.

“Estábamos detrás de él desde hace 2 años que falleció mi padre. Desde ese día él no volvió a la casa y se fue internando en la calle. Meses después, cuando venía para mi trabajo, lo vi acostado en el pasto. Hablé con él, le di comidita y le pedí que cambiara y se reintegrara a nuestras vidas, él decía que sí, pero no lo hacía”, cuenta Blanca Alicia, quien, a pesar de que su hermano está como habitante de calle, le brinda su apoyo porque siempre, durante su infancia, fue él quien la ayudó, incluso con su estudio.
 
 

“Él -Ómar- ha sido un excelente hijo y un excelente hermano. Un niño que desde los 7 años trabajó. El poco estudio que tenemos, es gracias a él, porque nos ayudaba a pagar el colegio. Siempre estuvo pendiente de mi papá, hasta que mi papá murió. Él nunca ha sido ‘tomatrago’. Es una persona muy humilde, excelente persona, se puede tratar con él, no es grosero, es muy humilde, noble, generoso”, asegura Blanca Alicia, quien recordó que su hermano cayó a las calles y a las drogas por una mala amistad, quien le dio a conocer el ‘bazuco’.
Ómar ha intentado varias veces recuperarse. Tiene dos niñas, quienes lo esperan. El camino, dice, no es fácil, pero planea hacerlo una vez más. Haber encontrado a su mamá, le dio un nuevo motivo.

“Quiero cambiar, cambiar mi vida y ser otra persona. Estar en la calle no es bueno”, dice, mientras besa a su mamá. No deja, ni dejará de hacerlo durante los próximos días. Solo en sus brazos encontró la paz.

“Siempre salía a buscarlo con una bolsa que llevaba una muda de ropa. Como me habían dicho que estaba sucio y comiendo en la calle tenía la esperanza de encontrarlo. Él está hecho para cosas grandes”, finaliza. No puede dejar de llorar. Pero no está triste. Son lágrimas cargadas de felicidad.

Tras el encuentro Ómar fue llevado al Hogar de Paso de la calle 18 junto con su mamá, quien apoyará su proceso de recuperación las veces que sea necesario.
 

 
 
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“Cuando acabaron con el Bronx volví a vivir”: Wilfredo López habitante de calle

 
Bogotá, mayo 25 de 2017. El 28 de mayo es un día que quedó grabado en la mente de Wilfredo López. Él y otros consumidores que frecuentaban ‘El Bronx’ fueron testigos de un gigantesco operativo que ponía fin a la “República Independiente del Crimen” como en su momento la denominó el alcalde Peñalosa. Allí acabó un negocio que generó muchos dividendos para unos y renació la esperanza de vida para otros.

“La noche anterior yo estaba rebuscándome la plata en el Barrio Santa Fe lavando carros. Todo lo que yo me conseguía era para consumir. Cuando acabé me fui para ‘El Bronx’ como a las cuatro de la mañana, a esa hora escuché un fuerte estruendo y vi como ingresó el Ejército y la Policía por todo lado”, relata López.

“Al piso, al piso era lo que gritaban y yo no sabía que sucedía. Aún ‘paniquiado’ por la dosis que tenía en la cabeza, no entendía quien nos atacaba o quien nos defendía. Sentí mucho miedo, volaba de todo asientos, piedras. Había mucha gritería, era un caos total”, cuenta Wilfredo.

“De un momento a otro resulté en un camión, desorientado y sin saber qué hacer. Yo le pedía mucho a Dios que me perdonara y que me ayudara como aquella vez que intente suicidarme…” Fue en ese instante que Wilfredo comprendió que ese operativo contra el mayor mercado de drogas que tenía la ciudad, era una oportunidad para él y para otros que apagaban sus vidas alrededor del bazuco.

“Después de lo sucedido se me acercaron unos ‘manes’ de chaqueta azul (Contacto Activo de la Secretaría de Integración social). Me hablaron de unos Centros de Protección Social en donde otros como yo podíamos recibir ayuda y vivir una vida digna, la que nunca creí merecer mientras estuve en El Bronx”, dice él ex habitante de calle.

En la actualidad Wilfredo hace parte de la comunidad de ‘El Camino’ un centro en donde él junto a otros 110 exhabitantes de calle reciben un proceso de desarrollo personal con una duración de cinco meses. Allí se brindan herramientas para restablecer hábitos de higiene, alimentación y sueño, entre otros; así como la recuperación de los lazos familiares y la inclusión social y laboral todo gracias al acompañamiento psicosocial de profesionales como psicólogos, trabajadores social, terapeutas, psiquiatras y enfermeros.

“Cuando termine de recuperarme, quiero estudiar psicología para ayudar a otros, así como lo hicieron conmigo, ese es uno de mis sueños, el otro es reencontrarme con mi familia y que ellos vean que el antiguo Wilfredo, ese que se dejó seducir por el mundo de las drogas y que se alejó de todo y de todos, volvió renovado en cuerpo y alma”, concluyó López.
 
 

 
 
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¡Todavía no salgo del asombro: dejé el Bronx´: Amparo

 
Bogotá, 24 de mayo de 2017. Fue un aire de paz, tranquilidad, alegría y esperanza, que más de 300 ex habitantes de calle respiraron en su regreso al sector del Voto Nacional, luego de haber dejado hace un año este sector aledaño a la ‘calle del Bronx’, tras la intervención de la Administración Distrital.

Esta vez, la cálida mañana soleada y las flores de los jardines del Voto Nacional, fueron la compañía de los 300 ex habitantes de calle, los 250 ´ángeles azules´ y el Alcalde Mayor de la ciudad, Enrique Peñalosa, quienes se dieron una cita para hacer ver la evolución de muchas vidas salvadas de la droga y la calle y para reconocer el trabajo de los servidores que trabajan para rescatar almas de las calles.

“Verdaderamente si se siente este cambio de vida luego de un año, yo todavía no salgo del asombro de haber dejado ´el Bronx´, después de verme allá en esa oscuridad casi 40 años de mi vida y volver a ver la luz y la claridad de lo que somos ahora como seres humanos, le doy gracias a Dios y al alcalde Enrique Peñalosa por haberme sacado de esa oscuridad”, aseguró, Amparo López García, beneficiaria del Hogar de Vida el Camino, de la Secretaría Distrital de Integración Social.

“Yo llevaba 40 años en consumo, poseída en el Bronx, pero llegó el momento cuando el alcalde nos sacó de aquí y yo le doy gracias a Dios y a él (Peñalosa), que fue la persona que nos arrancó de este infierno. Volvimos a nacer, porque somos personas aptas para la sociedad antes nos discriminaban ahora andamos con la frente en alto”, agregó Amparo.

Dentro del evento, ex habitantes de calle en proceso de recuperación, recibieron nuevamente su cedula de ciudanía, como símbolo de inclusión y de regreso a la sociedad.

“En este momento tengo en mis manos mi cedula y siento mucha emoción por que hace 18 años no tenía este documento, pues la última vez que la tuve, la empeñé por una vicha de droga. El estar acá en este lugar, significa volver a nacer, volver a vivir la vida”, señaló, durante la actividad, Esneider García, una de las 600 ex habitantes de calle en proceso de recuperación que recibieron su cédula de nuevo.
 
 
 
 

Por otro lado más de 250 ´Ángeles Azules´, servidores hacen parte del área de ‘contacto activo´ del programa de prevención y atención a habitantes de calle de la SDIS, quienes recorren las calles de Bogotá día y noche para hacer labores de sensibilización, identificación y traslado voluntario de habitantes de calle a los centros de atención, recibieron un reconocimiento como símbolo de su lucha y compromiso por estas personas.

“Se siente muy grato estar acá parado y recibir este reconocimiento, pues es un acto totalmente simbólico para entender que hay momentos donde se reconoce la labor. Ser un ‘Ángel Azul’ significa contar con cualidades, capacidades y la actitud para trabajar con la población vulnerable que tiene la particularidad de encontrase en un entorno urbano”, dijo Julio Fábregas, miembro del equipo de ´contacto activo´ .

En el último año realizaron en promedio 2.500 recorridos día y noche en labores de sensibilización, identificación y trasladó de habitantes de calle a los centro de atención. “Ellos son unos héroes que con tanto corazón y dedicación hacen ese esfuerzo para brindarles una nueva oportunidad a los habitantes de calle. Los tenemos presentes y les agradecemos lo que hacen”, expresó el Alcalde Mayor, Enrique Peñalosa Londoño, claramente emocionado durante el evento.

Por su parte la Secretaria de Integración Social, María Consuelo Araújo, confirmó su compromiso con el apoyo laboral a esta población.

“Vamos a conseguirle un trabajo digno a todos. El sector privado de Bogotá nos está dando la mano, nos hemos sentado con la presidenta de la Cámara de Comercio de Bogotá y con el Consejo Intergremial, para hacer un sueño realidad, ganarse la vida con un trabajo decente”, señaló la alta funcionaria.
 

 
 
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Exhabitantes de la calle tendrán trabajo formal gracias a alianza entre Distrito y el Sector Privado

 
Bogotá, mayo 24 de 2017. En un emotivo acto celebrado en el emblemático sector del Voto Nacional, en donde se presentaron a la ciudad 300 cuidadores de ciudad (antiguos exhabitantes de calle) y se exaltó la labor de 250 ‘Ángeles Azules’, la secretaria de Integración, María Consuelo Araújo, anunció que la empresa privada brindará trabajo a los exhabitantes de la calle como parte del proceso de recuperación de hábitos de vida sanos que adelanta el Distrito en la zona.

“A todos les vamos a conseguir un trabajo. El sector privado de Bogotá nos está dando la mano, nos hemos sentado con la presidenta de la Cámara de Comercio de Bogotá y con el Consejo Intergremial, para hacer un sueño realidad, ganarse la vida con un trabajo digno. Hay tres sectores con los que iniciaremos; la construcción, los floricultores y el hotelero serán parte de la inclusión laboral con dignidad y con permanencia”, dijo la funcionaria.

Por su parte el Alcalde Mayor, Enrique Peñalosa, indicó que la participación del sector privado es un gran logro de la Secretaría de Integración Social. “Queremos agradecer a la empresa privada que abre plazas laborales para los exhabitantes de calle. Así esta recuperación se vuelve sostenible con la generación de empleos”, dijo el mandatario.
 
 

Con un ‘Sí se puede’ Araújo recalcó a los exhabitantes de la calle que deben tener voluntad y responsabilidad absolutas para no recaer y poder volver a hacer parte del engranaje de la ciudad.

“Esta Plazoleta del Voto Nacional ha sido un símbolo de lo que ha pasado aquí y se resume en una palabra, esperanza. Esto antes era el baño público del Bronx, aquí no se podía caminar por la basura y el mugre que había. Se observaba la falta de autoestima de las personas usadas por las mafias para ser esclavizados por la droga. Aquí empezamos a sembrar flores a recuperar las palmas a sembrar esperanza. Algunos decían que esto no iba a durar pero hoy este monumento nacional se está recuperando y es un símbolo de vida”, dijo la secretaria.

La ceremonia fue acompañada por una batucada de jóvenes del IDIPRON que con música, baile y teatro enviaron un mensaje de transformación de vida, recordando el oscuro pasado de la zona y la luz de un promisorio futuro que llega.

Araújo recalcó la labor silenciosa pero efectiva de los 550 héroes y heroínas que conforman ‘Los Ángeles Azules’, equipo que fue objeto de una distinción, un botón que destaca su trabajo y les recuerda el compromiso con la ciudad. “Queremos sumar más personas a este equipo responsable que trabaja con motivación por una mejor Bogotá”, dijo la secretaria.

En el evento que contó con la participación del director del IDPAC, Antonio Hernández, el director del IDIPRON Wilfredo Grajales y algunos concejales de la ciudad se entregaron 600 cédulas a los exhabitantes de calle y se anunció también la apertura de 10 nuevos centros en donde se atenderá a más de 700 habitantes de la calle.
 

 
 
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Se abrirán 10 nuevos centros para atender habitantes de calle

 
•  860exhabitantes de calle fueron formados en artes y oficios como parte de su recuperación desde que se intervino ‘El Bronx’.

•  2.053 procedentes de ‘El Bronx’ fueron atendidos por los servicios de Integración Social.

•  550 habitantes de calle que aceptaron ayuda estatal, hoy se recuperan satisfactoriamente en centros de atención.

Bogotá, 24 de mayo de 2017. Tras un año de la intervención a la ‘Calle del Bronx’, denominada por el Alcalde Mayor de Bogotá, Enrique Peñalosa como una “República Independiente del Crimen”, 550 exhabitantes de calle que estaban en esa zona se recuperan de su adicción y retoman el control de sus vidas en los centros de atención del Distrito.

De acuerdo con la Secretaría de Integración Social,2.053 habitantes de calle, que aseguraron provenir de ‘El Bronx’recibieron durante este año servicios en centros de atención, tales como: acceso a espacios dignos para dormir, alimentación, recuperación de hábitos, procesos de desarrollo personal, formación educativa e inclusión social, además de la opción de dejar de habitar las calles y superar la adicción al consumo de drogas.

En los actos conmemorativos de este año de intervención, el distrito anunció la apertura de 10 nuevos centros de atención para habitantes de calle con capacidad para 730 personas. Dentro de estos centros se incluirán para atención especializada de población LGBTI, carreteros con mascotas y mujeres.

En 2016 se abrieron cuatro nuevos centros de atención con 506 cupos adicionales y se atendió en total 12.267 habitantes de calle que incluyó población proveniente de sectores como ‘Cinco Huecos’, San Bernardo, La Estanzuela y el Canal de Los Comuneros.  

Igualmente se confirmó que se desarrollará  un nuevo censo de habitantes de calle de Bogotá en convenio con el DANE, lo que permitirá mejorar la estrategia para abordar esta problemática social al identificar cuántas personas de esta población habitan la ciudad.

Búsqueda uno a uno en las calles

Con más de 500 servidores públicosen los hogares de paso y centros de atención, la Alcaldía Mayor de Bogotá reforzó los servicios para el traslado yatención de habitantes de calle en el último año.

Se realizaron en promedio 2.500 recorridos cada mes por parte de250servidores conocidos como los ‘Ángeles Azules’, quienes hacen parte de ‘Contacto Activo’ y día y noche realizan labores desensibilización,  identificación y traslado de habitantes de calle para iniciar un cambio a su vida de consumo y mendicidad.

En promedio los ‘Ángeles Azules’ recorren 19 kilómetros entre avenidas, parques y demás sectores de la ciudad en la búsqueda constante de habitantes de calle.

Para mejorar la calidad y efectividad del programa, se logró un importante aumento de recursos con el apoyo del Cabildo Distrital,  al pasar de 43 mil millones de pesos en el 2015 a 70 mil millones en el 2017,  un incremento del 62%.

Formación para la inclusión

Más de 860 ciudadanos exhabitantes de calle fueron formados durante el  último año en artes y oficios en temas como carpintería, electricidad, cocina, mantenimiento de bicicletas, construcción, sistemas, inglés, artes visuales, teatro y validación del bachillerato como parte de su proceso para regresar a la sociedad de forma productiva.
 

 
 
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El joyero que terminó en ‘El Bronx’, un exhabitante de calle que va ‘puliendo’ nuevas ‘gemas de esperanza’

 
Bogotá, 22 de mayo de 2017. Hace ya 40 años, cuando Fabio Rodríguez, aún con sus manos fuertes y rígidas tallaba en un taller una hermosa esmeralda, tan solo pensaba en todo el dinero que podría tener y lo feliz que sería. Pero a veces la vida cambia inesperadamente y consigo trae muchas sorpresas, y para Fabio una nueva historia se empezaba a escribir pero en esta oportunidad muy lejos de las minas de ‘esmeraldas’ en Muzo (Cundinamarca). 

Para esta ocasión, la ciudad capitalina le tenía un destino incierto que lastimosamente y para desgracia propia, se convirtió en un divagar entre la mendicidad, las botellas de alcohol y mucha pero mucha soledad.

La vida para Fabio Rodríguez como buen gemólogo, transcurría en el arte, estudio y pulido de las gemas y piedras preciosas en especial el relacionado con las esmeraldas, todas ellas recogidas en lo más profundo de la tierra, gracias al fuerte trabajo de miles de mineros que pasan su vida entera en la oscuridad al interior de los socavones. “Cuando lograba reunir dinero, pues pagaba mi arriendo y la comida, y de resto tomaba algunos aguardienticos para matar el frío o las penas”, comenta Fabio recordando las épocas de gloria.

Aunque vivía trabajando y gozando de las botellas de licor entre amigos, Fabio aún no se daba cuenta que poco a poco, se iba convirtiendo en un adicto al alcohol y que ya los mínimos ratos lejos de la mina terminaban en borracheras y hasta mendigando en la calles.

“Cuando me di cuenta de la vida que tenía decidí alejarme de todo y buscar un rumbo diferente. Me vine para la capital para tener nuevas cosas y lo logré por un tiempo, pero hoy creo que lo que no pude dejar atrás fue el alcohol y ese sí que me acompañó por más tiempo”, relata Fabio, quien luego de un largo silencio y un fuerte suspiro trata de ocultar la vergüenza que lleva en el alma por no haber puesto fin al licor de una vez por todas.

Dejando sus herramientas y su pasión por las gemas, Fabio llegó a la capital en busca de fortuna y mejores oportunidades. Pero al contrario de lo que imaginaba, el demonio del ‘alcohol’ lo seguía acompañando y al no tener un trabajo estable y la falta de dinero terminó divagando por las calles de la ciudad.

“Tomaba mucho, perdí mi familia hace tiempo por culpa del alcohol. No consumo ninguna droga adicional y me entristece ver los jóvenes que están consumidos por esos vicios que al igual que el mío, cada día nos está matando”, afirma.

Durmiendo en una banca ubicada en Pleno Parque Santander, pasaba las horas, recordando cuando se ‘enguacaba’, como dicen los mineros, es decir, cuando lograba conseguir una buena gema preciosa que al venderla le traería buen dinero. También trae a colación aquellas épocas cuando trabajó muy cerca de su jefe el reconocido ‘Víctor Carranza’ a quien acompañó por mucho tiempo trabajando en sus minas.

“En medio de tantas borracheras, un día hace algunos meses, recibí el saludo de unos jóvenes de chaqueta azul que me invitaron a ir a un lugar en donde no correría peligros en la calle y podría darme la oportunidad de estar de nuevo alejado del vicio, poder tratar de recuperar mi familia y mi vida”, muy contento relata Fabio, quien hoy a sus 68 años cree que la vida puede volver a comenzar.

Ahora Fabio Rodríguez se encuentra en un hogar de paso de la Secretaría de Integración Social. Su abstinencia al licor la va llevando poco a poco con ayuda profesional y mucha voluntad. Aunque no niega el haber tratado de hacer un proceso de recuperación personal y alejarse del vicio hace algún tiempo atrás, pero fueron más fuertes las ganas de seguir tomando ‘trago’ que su propia voluntad que terminó de nuevo frustrado caminando por las calles con botellas en la mano.

Desde que ingresó al servicio ha disfrutado de todas las actividades que se programan a diario en el centro de atención. Ahora se baña muy puntualmente a las cinco de la mañana. Siempre trata de estar elegante utilizando siempre su viejo saco de traje, un pantalón azul oscuro algo desteñido y unos zapatos negros que mantiene muy brillantes.

Con la vieja ‘peineta’ que guarda en un bolsillo de su gabán arregla un poco las desordenas y viejas canas que aún le quedan en su cabeza. “Por mi edad ya no volveré a mi trabajo con las gemas, debido a mi pérdida de visión y a mis manos que cada vez tiemblan más. Pero lucharé hasta el último día por disfrutar los años que me quedan, alejados de ese vicio que acabó con mis sueños, mi familia y las bellas esmeraldas que hacían vibrar este deteriorado corazón”, comenta Fabio Rodríguez muy feliz sonriéndole a la poca pero nueva vida que según él, brilla más que sus propias esmeraldas.
 

 
 
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‘Guardianes ambientales’: familia de exhabitantes de calle que se recupera unida, permanece unida

 
Bogotá, 22 de mayo de 2017. Ellos comparten un mismo pasado y un nuevo futuro. Todos tienen además, el mismo objetivo: demostrarle a la vida que sí se puede. Se trata de Héctor Castañeda, Samuel Cañas, Jairo García, Miryam Castro, José Ramírez y Gustavo Zambrano, seis exhabitantes de calle, quienes tras la intervención a ‘El Bronx’, decidieron recuperar sus vidas y sus familias y ahora hacen parte de los ‘guardianes ambientales’.

Los ‘guardianes ambientales’, según contaron, son personas que se encargan de cuidar los espacios públicos, labor que se desarrolla gracias a un convenio que se adelanta con la alcaldía local de Puente Aranda. Dentro del desarrollo de sus actividades, paradójicamente, tienen que levantar ‘cambuches’, los mismos espacios que fueron sus lugares de morada años atrás.

“Nosotros llegamos y limpiamos parques, caños, desarmamos ‘cambuches’ e invitamos, sí se dejan, a nuestros compañeros para que se vinculen a los programas de Integración”, cuenta José, de 41 años, y quien tras dejar ese tétrico lugar no sólo encontró la paz en su vida, también encontró el amor: a Miryam.

Miryam, por su parte, tiene 31 años, y aunque llegó a las calles por problemas familiares y de consumo de alcohol, tiene claro que no quiere regresar nunca a una ‘olla’. “Me siento agradecida con Dios y fortalecida. A futuro quiero recuperar mi hija y tener mi almacén de veterinaria”, cuenta emocionada. Ama los animales.
 
 

Para Jairo, de 59 años, lo más importante del apoyo que le dan a sus compañeros, cuando se los encuentran en los caños de Puente Aranda. “La intervención es muy humana, sociable y de buena manera. Nosotros pasamos por allí, sabemos qué se siente y solo queremos brindarles una mano amiga”, asegura García, quien después de ser empresario, tener un taxi y varias casas, perdió todo, incluida su familia, por un ‘mal manejo de emociones’, como él mismo lo define.

Gustavo, Samuel y Héctor, además, se sienten muy fortalecidos en el proceso, pero les inquieta que no haya oportunidades laborales cuando terminen de recuperarse.

“Es bueno, sentirnos útil, agradecidos con Dios por la oportunidad. Es hora de que tengamos nuestra propia empresa de reeducados, y así uno tiene mayor motivación de salir adelante, que tengamos algo que hacer es clave para continuar bien”, corean, casi al unísono los tres. A sus edades, 59, 41 y 59 no es fácil encontrar un trabajo estable, sin embargo, están seguros que con las herramientas adquiridas en su recuperación, será más fácil.

Falta mes y medio para terminar su trabajo. Todos los días salen uniformados, muy a las 7 de la mañana, con overol, guantes y botas, y como si fuera el colegio, se montan a la ruta que los llevará a su destino. Regresan al mediodía a almorzar, felices. Sentirse importantes les da confianza en sí mismos.

Antes de partir hacia Puente Aranda se les indaga por un mensaje para sus compañeros. No es necesario segregar por autores, el mensaje, casi siempre, es el mismo.

“Muchachos, los animamos para que vengan a los centros de integración social, y vean que sí se puede, para adelante. Muchachos no le tengan miedo a nada, en los centros le ayudamos a todo. Por favor intégrense a los programas. Los invitamos para que hagan nuestra balanza de libertad...”, suenan al instante los mensajes, ellos son el mejor ejemplo de que sí se puede.
 

 
 
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Sandra, exhabitante de calle que se recuperó y ahora quiere salvar a su hija de la droga

 
Bogotá, mayo 19 de 2017. La razón más grande para que Sandra Gil dejara las calles, tras la intervención de El Bronx, fue recuperar a su hija, de 18 años, quien deambula por un caño del barrio Galán. Sí, su retoño ahora es habitante de la calle como lo fue ella. 
 
La abandonó muy pequeña, de 9 meses, eso fue hace 17 años en la casa de su mamá. Ahora, cuando estudia para terminar su bachillerato y cursar Trabajo Social en la universidad, Sandra, de 37 años, tiene claro que la única forma de recuperarla es dándole ejemplo.

“La chiquita tiene 18 años y está en las calles. Me han dicho, porque no la conozco. No sé cómo es. Me dijeron que deambula por un caño en la tercera. Quiero buscarla cuando esté como quiero estar, bien” dice Sandra entre lamentos.

“A veces me siento débil y siento que aún no es el momento. Quiero mostrarle a la gente y a ella que yo sí pude salir de la calle y de la droga. El mejor ejemplo soy yo. Quiero mostrarle que sí se puede. Pude estudiar y lo estoy haciendo porque quiero que ella esté bien”, asegura afectada.

Le duele pensar en ella y los años que perdió por estar en la calle. Quiere enmendar su error y va por buen camino.

No fue fácil. Sandra, como muchos habitantes de la calle, encontró en ‘El Bronx’, su segundo hogar. Allí tuvo su ‘bareque’ donde vendía marihuana y pepas. Empezó muy joven, a los 20 años, 8 meses después de dejarle a sus dos hijas a su mamá, quien pensaba que Sandra después de ese día había muerto.

“Lo más lindo fue volver a ver a mi mamá y a mi hija mayor. Fue muy lindo saber que mi hija fue a buscarme y abrazarme. Eso es una alegría muy grande. Llevaba como mes y medio de recuperación y la llamé porque siempre me supe el teléfono de la casa. Mi mamá me dijo, ‘¿mija cómo está?, yo pensaba que sumercé estaba muerta, qué rico saber de usted’.
 

A la semana siguiente mi familia llegó al centro de atención a visitarme. Primero fue mi mamá, luego mi hija. Fue bonito, me abrazaron. Mi hija mayor es enfermera, es una niña muy inteligente, madura, centrada en lo que está haciendo”, cuenta Sandra con esperanza y orgullo.

Es consciente que dejar las calles y el consumo es difícil. Sin embargo, tiene claro cuál es su futuro y lo que quiere hacer en la vida. “Esto es difícil, pero la calle es mucho más difícil de vivir. Me queda poco tiempo para salir pero estoy esperando terminar mi bachillerato, presentar el ICFES en agosto.

Está haciendo décimo y once y su meta es terminar y meterme a la universidad, quiero estudiar trabajo social para ayudar a mis compañeros y ayudar a mi hija, quien sé que está en la calle y quiero estar lo más fuerte para ser fuerte por ella y para ella”, sentencia con firmeza.

Llegó a ‘El Bronx’ como muchos, por las malas amistades. Era una mujer con una vida tranquila y normal, trabajadora del sur de la ciudad. Laboraba en un almacén y luego de una fiesta conoció el famoso ‘carro’, la pipa del infierno.

“Tuve a mis dos niñas y a los 8 meses conocí el ‘bazuco’. Salí a bailar con los amigos del almacén, me junté con unas amistades, me presentaron el dichoso ‘carro’ y ahí me quedé. Ya había conocido el ‘bazuco’ cuatro años antes en ‘pistolo’ y no me gustó, pero con la pipa sí. Me interné en ‘gancho azul’ como 3 años. Conocí como un señor que era un papá para mí. Me ayudó mucho, me ponía a dormir pagando pieza. Era consumidor pero de los limpios, de los que salen organizaditos. Mantuvimos el ‘bareque’, vendíamos, marihuana, pepas, de todo. Llegaba la gente a consumir, y usted sabe que eso es normal allá, en esa época. Estuve en ‘Cinco Huecos’. Es que eso para qué hablarlo, son cosas que es mejor no recordar”, finaliza entre suspiros.

Sandra ya no quiere tener recuerdos oscuros. Solo hablar de proyectos, de sus planes a futuro y sobre todo de encontrar en algún lugar de Bogotá a su hija menor y poder convencerla y sacarla del infierno y de la droga, así como ella un día salió cuando en la madrugada del 29 de mayo las autoridades al mando del alcalde Enrique Peñalosa le pusieron fin a la Calle de El Bronx, denominada, la república independiente del crimen.
 

 
 
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